jueves, 9 de diciembre de 2010

LA TRAGEDIA Y EL "PODER OBEDIENCIAL"

Con los crespos hechos se quedará una mayoría de venezolanos que se esperanzaron de que se iniciaría un profundo proceso de diálogo, concertación y de unidad nacional para poder superar la tragedia que embarga al país entero, por los efectos de las torrenciales lluvias que no cesan de azotar a los nacionales.

Son escasas las experiencias similares en el mundo que no ocasione una voluntad colectiva para afrontar unitariamente tragedias como la presente en Venezuela. Se requiere una sobredosis de mezquindad y sectarismo sin precedente para desechar el camino de trascender con objetivos comunes y participación de actores políticos y sociales disímiles ante el drama humano mencionado.

No obstante, en Venezuela eso está ocurriendo. El huésped de Miraflores en su afán enfermizo de concentrar más poder manipula mediáticamente el sufrimiento de los miles y miles de afectados, hace uso caprichoso de los recursos destinados para tal fin y aprovecha con un cinismo sin límites para imponer el paradigma de la geometría del poder, especialmente en las regiones donde no goza de las simpatías socio-electorales.

Amén de que paralelamente, en una Asamblea Nacional controlada de una manera absoluta por él, designa una mayoría de magistrados al Tribunal Supremo de Justicia rojos-rojitos, con lo cual la justicia suprema consagra su parcialización incondicional. Con la añadidura de despojar mediante medidas oficiales discutibles a particulares no afectos al régimen de tierras, apartamentos y hoteles. O con las consabidas amenazas deja públicamente asentada su posición de continuar su política de control hacia los medios de comunicación de oposición o disidentes. Así mismo, con la aplicación de estrategias específicas simultáneas trata de avanzar en silenciar y neutralizar los reclamos sindicales, gremiales, comunales y de la ciudadanía en general.

De esta manera el concepto del “poder obediencial” acuñado por Esteban para adelantar sus obscuros propósitos ya confesados, se sintetiza en que todos el poder del estado, comunal mediático, militar, económico, financiero quedarían en sus manos, con un manejo maniqueo de la simbología religiosa para transmitir el mensaje, especialmente a los estratos sociales de menores recursos, de que él es una especie de enviado de Dios para cumplir tareas terrenales.

Pero este manejo torcido, manipulado e interesado del poder encuentra una férrea resistencia en vastos sectores de la población, donde un 52% de ésta (una clara y contundente mayoría) se expresó en las pasadas elecciones parlamentarias reclamando en voz alta por una nueva manera de ejercer el poder; es decir con un alto espíritu democrático, justo y equitativo.

lunes, 6 de diciembre de 2010

RADICALIZACIÓN POPULISTA Y DEMAGÓGICA

Atrapado y sin una salida clara en el horizonte electoral para el 2012, Esteban opta por radicalizar su discurso y tomar algunas medidas populistas y demagógicas que le permitan mantener la conexión emocional con importantes sectores populares y de los estratos medios del país. Por esa razón, aprovechándose de la tragedia humana por la cual atraviesa los nacionales más afectados por las vaguadas, echa mano a las conductas más insólitas e irresponsables al tomar sin ton ni son -hoteles y apartamentos- que encuentra a su paso, lo cual incita al recuerdo de los colectivos al Robín Hood de las películas del ayer.

Esteban, sin duda con estos actos populistas y demagógicos, pretende tapar los tumores cancerígenos de una gestión gubernamental, que a la luz del General e ideólogo del PSUV hoy fallecido, Alberto Müller Rojas, no dudo en calificarla públicamente de “pésima”. En aquél impactante acto de mea culpa, que parafraseando el dicho popular, era la confesión con su respectivo relevo de pruebas. Y tenía sobrada razón el General, porque a 12 años de gestión dizque “socialista” y “revolucionaria”, lo que cualquier mundano observa es una país destruido en el ámbito económico, social, político, institucional, servicios públicos, infraestructura física moral y ética.

El populismo y la demagogia van juntos, están íntimamente asociados a destruir valores y estructuras democráticos consolidadas en el seno de la sociedad venezolana.. Pero su trasfondo es la perpetuación en el poder de la figura de un caudillo como Esteban, quien amparado en su innegable carisma personal, ha utilizado los fueros del poder centralista con fines inconfesables, pero que se traducido en el desmantelamiento de los poderes nacionales autónomos y la manipulación mediática ideologizada de que se vive en “socialismo” y “revolución”, cuando la realidad es que la pobreza se consolida como una maldición bíblica y el desarrollo integral del país se esfuma como las espumas en el mar.

El huésped de Miraflores combina con una habilidad que genera envidia, incluso entre los miembros de la élite que lo rodea, la consolidación de un liderazgo “militaroide" y populista a lo interno del país y fuera de las fronteras, para lo cual no escatima esfuerzos en el uso desmedido de los petrodólares, con el atrevimiento absolutamente irresponsable de cambiar por algunos dólares los barriles de petróleo a futuro o, la de fortalecer el estrato clientelar cívico-militar a su servicio.

Sí somos rigurosos a la hora de mirar en retrospectiva y ahora en el presente los procesos de liderazgos populistas y demagógicos en Venezuela, tendríamos que concluir con los matices diferenciadores, que los mismos le han hecho un grave daño a la república, porque como las inundaciones profundizan los males sociales reflejados en la pobreza estructural y; en consecuencia están prestos a explosionar como los volcanes naturales que azotan al planeta.
En tal sentido, desenmascarar y luchar contra estas concepciones distorsionadas de la política se convierte en una tarea urgente de la conciencia y decencia ciudadana.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LA TRAGEDIA Y REFUGIOS DE LA POBREZA

En Venezuela estamos viviendo la crónica de una tragedia anunciada, porque lo ocurrido, casi diariamente algún técnico, analista, político serio o personas aplicadas en el manejo del sentido común; exponían por los medios de comunicación social, foros públicos o en las tertulias de ocasión el riesgo que corrían los habitantes y viviendas que se encuentran en los cerros que bordean las grandes ciudades y pueblos de Venezuela; si llegase a ocurrir un evento importante proveniente de la madre naturaleza (terremotos, lluvias intensas, deslaves u otros similares). Además, ¿todos los años no han ocurrido eventos naturales de menor intensidad por supuesto, pero que han causado daños materiales y muertes en alguna ciudad o pueblo del país? También en la memoria colectiva todavía está latente la gran tragedia de Vargas, donde miles y miles de nacionales perdieron la vida o todos los bienes materiales, incluyendo las viviendas.

Quizás, como Aureliano, el personaje de Gabriel García Márquez, en “Cien Años de Soledad”, el Huésped de Miraflores perdió el sentido de la realidad y no se percató de lo que estaba previsto con la “ciudad de los espejos (que)…sería arrasada por el viento…”. Tamaña paradoja para quién sólo se ha ocupado como centro primordial de su gestión gubernamental o imaginario personal de convertirse en un “Gran Líder Continental”, para lo cual no ha escatimado esfuerzos en el uso arbitrario de los recursos patrimoniales de la nación. La tragedia reveló, que Venezuela al símil del contenido del libro aludido, está convirtiéndose al paso que va, en un gran Macondo de “remolinos de polvo y escombros” con la muerte inútil de venezolanos, especialmente de niños; casas destruidas, con una vialidad e infraestructura física por el suelo, que tardará años en recuperarlas.

Como nunca en la historia de la Venezuela contemporánea, el país se ha minado de refugios, donde los pobres son albergados para atenuarles la desgracia de haberlo perdido todo, hasta el hecho lamentable de algún miembro de la familia. Al parecer las palabras de Ernesto Sábato, en el prólogo del libro de Víctor Hugo, “Los Miserables”, al cual hace tanta mención el Esteban de Palacio, le debe fustigar en el rostro, cuando habla de la “revolución de la verdad”.

Habrá entonces que reflexionar colectivamente, en relación al presente de tragedia y al porvenir deseado, si tomamos prestadas las reflexiones de Sábato: “las calles de la ciudad inundadas de luz, ramas verdes en los umbrales… los hombres justos, los ancianos bendiciendo a los niños… los pensadores en completa libertad, los creyentes iguales entre sí… la conciencia humana convertida en altar; extinguiendo el odio; la fraternidad del taller y de la escuela…el trabajo, el derecho, la paz para todos; no más sangre vertida, no más guerras; ¡las madres dichosas!