viernes, 25 de noviembre de 2011

CONTRACULTURA DESNACIONALIZADA Y ANTIÉTICA

Quizás, el caudillo venezolano, apegándose de una manera ortodoxa al libreto marxista, de que los procesos transformadores revolucionarios ameritan no sólo de cambios en la “estructura” (economía), sino también en la “superestructura” (ideología, cultura, lo institucional y jurídico); ha generado un sacudón en el conjunto de la sociedad y el estado. Pero no con los resultados cuantitativos y cualitativos que el contenido de la retórica semi-religiosa del susodicho repite y repite mediáticamente. Al contrario, por ejemplo, en la contracultura creada, más bien subyacen valores, simbologías, representaciones y formas sociales que se asocian más bien a posturas de entreguismo a regímenes autocráticos como el de Cuba, Bielorrusia, Irán, China; Rusia, países árabes; entre otros.

El supuesto “veneno” antisistema, que nos recuerda la época de rebeldía de los hippies sociopolíticamente antibelicistas y contracultura en EEUU, Europa y, extendida al resto de los países del planeta; se ha cobijado en los discursos del mandamás de Miraflores, de contenidos antiimperialistas hacia los gringos y en lo ideológico en un anticapitalismo ramplón. En el lenguaje de la ventriloquia “socialista”, vestimenta roja-rojita, culto a la personalidad del “comandante” y comportamientos de “milicianos” a lo cubano.

No obstante esta contracultura ha tenido su bizarro en el desprecio por la ética ciudadana que se expresa en los altos niveles de corrupción en la estructura del estado, en la ineficiencia e ineptitud para dar respuestas a lo cotidiano de las demandas sociales de los ciudadanos, en las conductas de derroche sin límites de la riqueza nacional y, en específico por el desvarió de recursos provenientes de la renta petrolera; en el desorden, caos y anarquía como conducta habitual, so pretexto de que se está en “tiempos de revolución”; y pare usted de contar.

De esta manera, aceptan como algo normal los “convenios chimbos” firmados con empresas transnacionales petroleras y con los gobiernos de los países mencionados, donde la República pierde incontables sumas de dinero en dólares o través de un proceso de endeudamiento sideral, en el cual las futuras generaciones ya están comprometidas a cancelar por la vía del dinero contante y sonante o, por el suministro de barriles de petróleo por secula seculorum.

Así mismo, las taras paradigmáticas del clientelismo partidista y paternalismo de estado, cierran ese círculo vicioso de la contracultura “chavista”; con el destrozo a la ética, abolición de la disciplina por el trabajo y generación de riqueza productiva a través del esfuerzo individual y colectivo.

jueves, 24 de noviembre de 2011

VENTRÍLOCUOS O CIUDADANOS CRÍTICOS

El arte de la ventriloquia es la capacidad que tienen determinadas personas para hablar todo lo que quieran, proyectando la imagen de que es un muñeco el que se expresa. En el fondo esa es pretensión del “cogollo chavecista”, la de formar ciudadanos acríticos, que sólo repitan lo que piensa y habla el faraón de Barinas.

Se dice que los ventrílocuos se remontan a épocas pasadas y existieron durante las civilizaciones egipcias, hebreas y griegas. E incluso durante la edad media, en la época de la inquisición, los asociaron a seres demoníacos, practicantes de brujerías y muchos de ellos murieron en la hoguera.

En la Venezuela de hoy, los dueños del poder, cobijados en el paradigma bizarro, todo el que no se preste para ser un auténtico ventrílocuo, se le llevan a la hoguera de los tribunales inquisidores, se les encarcela, discrimina socialmente o son blanco fácil de encapuchados, que disfrazan con total impunidad sus actos delictivos de “terrorismo de estado”; en sedes de sindicatos, universidades o en las sombras de cualquier calle de esta Venezuela contemporánea, pero mutada a juro hacia la concepción medieval.

No obstante, cierta ventriloquia malintencionada, está asociada a planes estratégicos, modos de pensar y gobernar de élites autocráticas de otros países, cuyo interés esté centrado en la riqueza petrolera que subyace en el subsuelo venezolano. Por eso, en los discursos de ocasión, los actores de esa picaresca política nacional, repiten como ventrílocuos, los contenidos ideologizados, patrioteros y del engañoso amor apasionado por los pobres e irredentos de la sociedad.

La ventriloquia, entonces, es para el espectáculo, para la distracción de todos los ciudadanos, independientemente de sus edades. E incluso, es pertinente utilizarla como técnica para fines educativos, para contribuir a formar ciudadanos conscientes, creativos y críticos. A ciudadanos que, por generaciones, han egresado de las universidades autónomas y democráticas venezolanas.

Pero esa ventriloquia desnaturalizada, ideologizada, desnacionalizada, disfraz para la la domesticación y dominación en pro de intereses ocultos y develados de regímenes autocráticos; debemos denunciarla y hacerle frente con las herramientas de los diagnósticos sobre la inocultable realidad, de un país sumido en la más dramática pobreza y otros calamidades sociales asociadas a ésta o, por aquello de que la beligerancia siempre activa nos emplaza a convertirnos en sujetos críticos y transformadores. ¡Jamás ventrílocuos del mandamás de Miraflores!

martes, 22 de noviembre de 2011

¿"TERRORISMO DE ESTADO" EN VENEZUELA?

Los más recientes sucesos o hechos de violencia en contra de algunas universidades y en especial en contra del Movimiento Estudiantil Universitario; sin duda tienen un fuerte olor a autocracia rojita, a “terrorismo de estado”, aún cuando con las “capuchas” se trata de tapar los rostros de la otrora “revolución bonita”, en cuyos discursos se brindan loas apasionados a la educación y al papel de los jóvenes en los supuestos cambios que se impulsan.

Pero más grave que lo anterior, son las reiteradas denuncias de la dirigencia de los trabajadores venezolanos, en especial de la clase obrera de Guayana por los asesinatos, violencia dirigida, persecución, hostigamiento y cárcel hacia connotadas fichas del liderazgo laboral en esa región. En las referidas denuncias, el dedo acusador, ha sido hacia personas claramente vinculadas al denominado “proceso”, liderado por el mandamás de Miraflores.

La élite que gobierna a la nación, no ha tenido abulia, a la hora de colocar a las distintas instancias de los poderes públicos nacionales, en acciones típicas de un “estado terrorista”, cuando se cierran emisoras o se ponen multas escandalosas a televisoras o se forjan situaciones para encarcelar a periodistas que, “casualmente”, son adversarios o críticos al régimen autocrático imperante.

Al parecer no se quiere aprender de la historia de aquellos procesos socio-políticos dramáticos, que condujeron a generar represiones masivas y actos genocidas en contra de millones de personas, porque éstas no comulgaban con los paradigmas del pensamiento único imperante de los dueños del poder de esas naciones (España, Alemania o Chile), para mencionar algunos ejemplos.

En dichas experiencias se abrazó a esa mezcla de una ideología “nacionalista” con los ideales “socialistas”; “militarismo” y “populismo” y el culto a la personalidad hacía caudillos hegemónicos, cuyo egocentrismo y disociación psicológica con la realidad los llevó a cometer hechos vergonzosos a toda concepción de civilidad, tolerancia, respeto de derechos humanos, humanismo, libertad y democracia.

En tal sentido, el “terrorismo de estado” en Venezuela se debe denunciar y combatir con toda firmeza, para evitar que esos atajos a la barbarie humana, sean repetidos o se consoliden en el tiempo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

LEOCENIS GARCÍA O EL SACUDÓN AL ALMA NACIONAL

Cuando escribo estas notas, desde varias fuentes de información, reportan la precariedad del estado de salud del Ex -Director del Semanario 6to. Poder, Leocenis García, quien optó por una huelga de hambre, para que retumbara en los oídos de los nacionales y el mundo entero, los actos de absoluta parcialización y denegación de estado de derecho, en relación a su caso, que se constituye sin duda, uno de símbolos de cómo no deben funcionar los distintos órganos de administración de justicia en el país.

El “delito” del periodista Leocenis fue avalar como director del seminario, el contenido de una caricatura de humor, que salió en una de las tantas ediciones de este medio impreso; en un acto, sin duda irreverente, que daba cuenta de la sumisión de los distintos poderes del estado al caudillo de Miraflores.

Quizás su caso se convierta en otra inmolación de un ser humano, como ocurrió con Franklin Brito, pequeño productor agropecuario, que ataviado en la convicción de luchar por sus derechos, prefirió la muerte que aceptar la ignominia del despojo de su terruño, por las hordas rojas del régimen. Las cuales son emplazadas constantemente por el mandamás de la autocracia que impera en Venezuela, desde sus teatros mediáticos; al agitar sin cesar a dejar sin derechos a indefensos ciudadanos, amparándose en las estructuras de los poderes públicos incondicionales a su caudillaje singular.

Leocenis, sí nos atenemos a los reportes de su estado de salud de las últimas horas, estaría dejando su propia vida, al igual que Brito, con las dudas en la aplicación de protocolos médicos, que como todos sabemos, quedarían bajo la condición del secreto y obediencia a las estructuras verticales del estamento militar, para que jamás los familiares y ciudadanos comunes sepamos la verdad. El “paro respiratorio o cardiaco”, sería el diagnóstico a anunciar públicamente, por parte de la vocería oficial para estos casos.

Lo grave es el mutis oficial ante la delicada situación de Leocenis. Y peor aún, de que el mismísimo huésped de Miraflores, exija recientemente al Gobierno de Francia, respeto a los derechos humanos por “El Chacal”. Y ante la complicidad de los principales actores institucionales de los poderes del Estado, los derechos humanos del periodista venezolano Leocenis García, sean violentados hasta la saciedad. ¡Exigencia, pues, para el protagonismo y publicidad internacional del caudillo, pero ignominia y denegación de justicia para el caso que nos ocupa!.

Por eso me sumo al llamado urgente de familiares, amigos y allegados de Leocenis, para levantar la voz con fuerza y evitar que muera de esa manera, e incluso, con la complicidad silente de los que dicen luchar por una Venezuela de libertad, justicia y prevalencia de un estado de derecho.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DEBATE DEMOCRÁTICO VS MONÓLOGO AUTOCRÁTICO

Venezuela vive tiempos bizarros, donde los ordinario pasa a ser extraordinario, por ejemplo, un debate de ideas u opiniones de determinados actores políticos, en relación a ciertos temas que afectan la vida nacional, se convierte en un acontecimiento de gran impacto en la opinión pública a lo interno del país y fuera de sus fronteras.

Cuando en el contexto de la lógica y dinámica de una sociedad que por derecho constitucional y proyección mediática se considera democrática, un hecho como el señalado, debería ser considerado normal. Pero no fue así, con el debate escenificado por cinco candidatos de la oposición, que están optando por asumir ser la figura relevante y contrastante al actual Presidente de la República para el evento electoral de 2012.

Es decir, que la jornada señalada ha sido considerada de carácter histórica, porque marca un hito en la confrontación entre dos grandes opciones de Proyecto Nacional de país: la democrática y el actual modelo autocrático liderado por el Presidente Chávez. Son dos visiones radicalmente opuestas en los ámbitos neurálgicos del acontecer nacional: lo socio-económico, institucional, ético e ideológico.

Chávez asumió el poder hace 13 años con la apasionada promesa de una “revolución socialista”, de erradicación de la pobreza y del “mar de la felicidad” para todos los venezolanos. Pasado ese tiempo la situación sigue igual o peor, al desnudar los indicadores cualitativos y cuantitativos de las maquilladas cifras oficiales, en relación a las condiciones y calidad de vida de los nacionales.

Los cinturones de miseria en la periferia de las grandes ciudades y hasta poblados modestos de la geografía nacional son las pruebas irrefutables y del mentís a los rostros protagónicos de la farsa del cacareado paraíso terrenal. Amén del infierno de la inseguridad, inflación, desabastecimiento, apagones eléctricos, pésimos servicios públicos, deterioro de la calidad de la educación y salud colectiva, vialidad destruida; derroche y corrupción a granel.

La retórica del mandamás, con sus extendidos y tediosos discursos de todos los días, por los medios controlados por el aparato del estado; resultan a estas alturas de la modernidad de las sociedades democráticas, un monólogo inaceptable, porque no hay debates, no hay diálogo y todos los grandes asuntos que atañen al estado y la sociedad criolla son decididos por él, en ese paradigma cuestionado del “Estado soy yo”.

Tampoco se trata de que la contraparte, el Proyecto Nacional propuesto y el sostén ideo-político, goce del consenso absoluto entre la vanguardia y ciudadanos que lo apoyan; pero sin duda es un camino diferente, democrático, de confrontación de ideas; que sumado a objetivos y metas comunes nos llevará a un futuro de mayor bienestar integral, justicia, derecho e igualdad para todos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

INFLACIÓN AL GALOPE Y SALARIOS EN "PICADA"

El trastorno patológico de disociación con la realidad ya no sólo lo padece el caudillo, sino que contagió a la élite de poder incondicional con sus delirios, la cual repite como loro que vamos rumbo al “mar de la felicidad”, cuando la verdad está allí al desnudo: Venezuela está a la orilla de un gran precipicio, sin posibilidad del retorno a corto plazo.

La inflación desbocada y en consecuencia, la caída estrepitosa del salario real de los trabajadores, se han encargado de darle la estocada final al paradigma oficial y engañoso del cacareado “Socialismo del Siglo XXI”, que no es otra cosa que un vulgar y salvaje “capitalismo de estado”.

En efecto la inflación nacional ya ronda el promedio del 30% en lo que va del año y el costo de la cesta básica se disparó hace tiempo por encima del salario real de los trabajadores. De allí sus continúas protestas por aumentos salariales, exigencias de pagos de pasivos laborales, respeto al derecho de lo contemplado en las convenciones colectivas y rediscusión de éstas, en base a las nuevas realidades de afectación a su seguridad laboral y social.

Los testimonios sobran con los trabajadores de las empresas básicas de Guayana, petroleros, electricidad, comunicación, salud, educación e instituciones públicas de entes centralizados y descentralizados; cuando casi todos los días impactan a la opinión pública con la aplicación de distintas formas de luchas, a través de movilizaciones, huelgas y paros; tratando de que los escuchen y resuelvan sus peticiones reivindicativas, desde las más altas esferas del poder centralizado estatal dizque “revolucionario”.

Las clásicas medidas oficiales de leyes impositivas, como la Ley de Costos y Precios Justos, para supuestamente ejercer un control del Estado sobre los precios de los productos, bienes y servicios; constituyen una quimera destinada al fracaso, porque las distorsiones de la economía nacional son de fondo y porque los desequilibrios sociales se mantienen intactos, entre los extremos de la nueva “boliburguesía bolivariana” que lo tiene todo y millones y millones de venezolanos, que sobreviven en la más espantosa miseria y pobreza.

Tampoco la transferencia de las empresas privadas, por vía de intervenciones o expropiaciones, hacia el Estado venezolano; para supuestamente ponerlas al servicio de las mayorías nacionales ha dado resultado, al contrario, está ocasionando graves situaciones de carestía de productos básicos (leche, aceite, café) y elevados costos no sólo de los productos, sino también de bienes y servicios.

La espiral inflacionaria está llegando a límites insostenibles para el bolsillo de los trabajadores. Amén de que la locura de la élite que gobierna, para aferrarse al poder, en sus medidas desesperadas, se le ocurrió aumentarles los salarios a los militares; dejando al resto de los estratos laborales de la sociedad venezolana sin aumentos salariales; en medio del drama infernal de la inflación, que nada parece detenerla.