jueves, 19 de julio de 2012

CORAZÓN APÁTRIDA

Desenmascarar el discurso y el contenido mentiroso y manipulador “nacionalista y antiimperialista” de la propaganda central del autócrata candidato “gobiernero” constituye, sin duda, una tarea de primer orden; porque hay densos sectores de la población nacional que todavía son engañados, a través del manejo maquiavélico y hábil de sus emociones y sentimientos, impidiendo que la inteligencia racional les permita discernir con claridad adónde está la verdad de las cosas, en esta Venezuela convulsionada de hoy.

Se entiende que, para lograr estos propósitos deleznables, la élite de poder del “chavecismo” se ampara en el uso de conceptos y mecanismos propios de psicología social e ideopolíticos; procurando generar determinadas conductas colectivas; mediante un proceso dónde se mezcla la incitación a la gente al conflicto permanente, a la confrontación social por la “patria” y al mismo tiempo hay un control social del aparataje del estado autocrático, especialmente hacia los sectores opositores, disidentes y la masa crítica.

¿Qué en el fondo quiere ocultar oculta el régimen con ese discurso “patriotero”? Nada menos y nada más que las conductas evidentes y públicas de entreguismo hacia los intereses de gobiernos y potencias extranjeras, cómo los casos emblemáticos de acuerdos y convenios “chimbos”, especialmente en materia petrolera; firmada con Cuba, Rusia, China, Irán, Bielorrusia, las trasnacionales petroleras gringas; y otros.

Con este juego conductual e intencional direccionado hacia el colectivo nacional, se pretende además, que se pase por debajo de la mesa, la realidad social inocultable; expresión del intenso clima de descontento social de las mayorías nacionales, que cómo volcán en erupción, claman por el cese a la violencia e inseguridad; desempleo, escasez de productos básicos e inflación galopante; pésimos servicios públicos, apagones, desbordamiento de aguas servidas, servicio de agua potable; deterioro de la vialidad e infraestructura; caos del transporte; colapso del aparato productivo nacional; deterioro de la calidad de la educación y salud; corrupción y derroche; y un largo etcétera.

De esta manera, aún cuando en apariencia sea un contrasentido, utilizar las categorías de “tendencias de análisis” propuestas por Rigoberto Lanz, para un momento político del pasado; éstas tienen vigencia hoy al aplicarlas hacía el propio “chavecismo” incondicional; véamos, pues: “Histerismo político” (odio, antipatía, rabietas). “Mezcolanza” (confusión, medias verdades, manipulaciones); “Rechazar lo que huela a cambio” (sustitución del diálogo o debate por el insulto, descalificación, intolerancia). “Violentar reglas de juego” (juego hipócrita de la defensa a las instituciones, coqueteo con el fantasma del golpe de Estado o lo que ocurre con la violación de las reglas electorales). “Revanchismo y la insoportable derrota” (truculencias para justificar genuinas conductas antinacionales y apátridas ante la posible pérdida de las elecciones, por la participación de los nuevos protagonistas del proceso de cambio). ¡La salsa que es bueno para el pavo; lo es también para la pava! ¿O no Rigoberto?

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