jueves, 7 de febrero de 2013

EL JUEGO MAQUIAVÉLICO ROJO-ROJITO

Sí para algo le servido al dúo de usurpadores del poder autocrático en Venezuela, los frecuentes viajes a la Cuba de la dictadura de los Castro; ha sido para que se caletreen como loros las recetas políticas, que les ha permitido a éstos su permanencia en el poder por más de 50 años en esa isla del atraso y la pobreza.
Venezuela tiene una realidad distinta a la cubana, pero por ensayo-error, los amos del poder están dando rienda suelta también a experimentos socio-políticos en un país que, por su riqueza petrolera, es codiciado por los líderes del fracasado paradigma del “socialismo real”. Por eso el mismísimo Chávez cuando recibía su adoctrinamiento con los Castro sobre el particular, no cesaba de hablar en los repetitivos “Alo” y cadenas nacionales mediáticas, de la fulana “estrategia perfecta”.

Esa estrategia oficialista lo que trata es la de de potenciar sus fuerzas (con el uso descarado de los petrodólares y recursos del Estado) para colocarse constantemente en la ofensiva política y lograr efectos negativos importantes en el seno de las fuerzas opositoras en aras de debilitarlas, desunirlas, inmovilizarlas y desmoralizarlas. Aferrados, pues, a las enseñanzas de Maquiavelo, Mussolini, Hitler o un Pinochet; la élite “castro-chavecista” de poder no ha escatimado esfuerzos y escrúpulos para utilizar medios absolutamente deleznables, ilícitos e inaceptables éticamente. En el contexto paradójico de una República que se autodefine teóricamente con valores y principios, defensora de los derechos de ley, la justicia y la participación democrática de los ciudadanos.

La concepción fascista-militarista del uso del Estado y el apego interesado de esa cuasi-religión por Chávez; despojan a los poderes públicos de su necesaria independencia y ha generado un clima de anomia, en el cual hasta los grupos violentos del lado del gobierno, ejecutan (con total impunidad) acciones de “terrorismo” en universidades, hacia medios de comunicación social, sindicatos y en los espacios socio-políticos, adónde la oposición realiza sus actividades normales de proselitismo o acciones cívicas inherentes a la beligerancia política contemplados en los códigos de ley.

De esta manera la Asamblea Nacional, que debería ser un foro político por excelencia, direccionado a crear leyes de consenso para beneficiar a los ciudadanos y al país; o para ejercer acciones contraloras para un excelente manejo de los recursos del Estado; hoy por hoy, es un instrumento para la venganza, el ejercicio del sectarismo más rancio y para tratar de “liquidar políticamente” a adversarios. Por eso el “castro-chavecismo” promueve juicios amañados o la compra descarada de votos de diputados disidentes, mediante el concurso de los petrodólares mal habidos. Planean cambiar – por esa vía espuria- la correlación de fuerzas en el parlamento y lograr una mayoría calificada de las 2/3 partes. Y así designar, sin negociaciones con la oposición, a las representaciones de los poderes públicos ante el CNE, TSJ y Contraloría General de la República. La aplicación, pues, del paradigma del totalitarismo “castro-chavista” en su más pura expresión.

El país nacional vive momentos aciagos, un eclipse total desdibuja por ahora la presencia soñada de una Venezuela moderna, justa, democrática y de bienestar para todos. La resistencia pacífica, pero firme de los ciudadanos y las fuerzas disidentes, es el único camino de ver, al final de un largo recorrido, la luz brillante del sol de futuro. ¡A continuar la lucha y a vencer!




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