jueves, 28 de febrero de 2013

EMPEORAN LAS CONDICIONES DE SALUD EN VENEZUELA

En Venezuela estamos muy lejos de haber alcanzado aquel hermoso objetivo de la Organización Mundial de la Salud (PMS) de “Salud Para Todos en el año 2000”, porque ya han pasado 12 años, en pleno Siglo XXI, y la cuestión va de mal en peor. Aunque se maquille la realidad con la retórica oficial de ocasión, de que los nacionales estamos navegando en el “mar de la felicidad” del denominado “socialismo revolucionario”. Es decir, según esa vocería, disfrutamos de una excelente salud colectiva, de bienestar integral.

Pero la testaruda realidad nos indica otra cosa, al observar que una porción importante de la población continúa viviendo en el cuadro dantesco de la pobreza, con el peso inclemente sobre sus hombros de un conjunto de calamidades sociales y de salud a cuesta. Grupos humanos nativos de todas las edades desnutridos, malnutridos o azotados por enfermedades emergentes y re-emergentes cómo el dengue, malaria, tuberculosis, diarreas, parasitosis, enfermedades respiratorias, hepatitis…o por la incidencia de factores adversos del entorno social, que determinan un aumento sideral en las cifras rojas de las estadísticas, por accidentes de tránsito o por causa de la violencia desbordada en pueblos y ciudades del país.

Las brechas y desigualdades socio-económicas se mantienen intactas en la estructura de clases de la sociedad venezolana. Y las personas que menos tienen recursos económicos continúan muriendo de mengua en las puertas de los hospitales públicos o centros asistenciales del primer y segundo nivel de la atención en salud. La “Misión Barrio Adentro”, otrora bandera del gobierno actual, ha venido sucumbiendo progresivamente en la calidad de la atención a los desprovistos de salud, por déficit de insumos y equipos adecuados; problemas con la estructura física o; porque al personal asistencial, de apoyo o promoción de la salud les son denegados sus derechos laborales de ley.

En contraparte, la “boliburguesía” y la élite burocrática del Estado autocrático venezolano poseen todos los privilegios institucionales y recursos económicos de diferentes calibres, que les garantizan una excelente atención médico-asistencial en la esfera privada interna o fuera de las fronteras del país. El mismísimo Presidente de la República, ante los problemas de salud que lo agobian actualmente, ha contado con toda clase de privilegios y apoyo incondicional de los petrodólares criollos cómo garantía, por ejemplo, para recibir en Cuba y ahora en el país una atención extraordinariamente esmerada.

En este orden, la gota que rebasó el vaso en esto del desmejoramiento de las condiciones de salud de los nacionales, especialmente de los más pobres, lo constituye, sin duda, el anunciado “paquetazo rojo”, porque significa que éstos contarán con el 46.5% menos de lo devengado en remuneraciones salariales, dado al anuncio de la devaluación de la moneda nacional con respecto al dólar. Las medicinas, exámenes, consultas y equipos médicos; serán afectados en la estructura de costos y precios. En un equivalente al porcentaje o más, en correspondencia con el techo oficial planteado para la referida devaluación.

En este contexto de lo escrito, tal cual lo afirma Joan Benach/Carles Muntaner, en el libro, “Aprender a mirar la salud”: “La enfermedad y la muerte están mal repartidas, la salud no se distribuye en forma equitativa…los pobres…sufren en carne propia la peor epidemia de nuestro tiempo: la desigualdad social”. ¡No podemos resignarnos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario