martes, 26 de febrero de 2013

REVOLUCIÓN ROJA “GATOPARDIANA”

Nadie podía imaginarse que Giuseppe Tomasi Di Lampedusa (1896-1957), autor de la célebre novela “El Gatopardo”, considerada como una obra maestra de la literatura del SigloXX. Que narra magistralmente la decadencia de la aristocracia siciliana en la Italia de la época y el ascenso de la burguesía. Dejara para siempre en la eternidad de los tiempos históricos esa famosa frase del principal protagonista de la obra: “si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”.

Una concepción muy clara de la vida y la política, que sin duda, encaja a la perfección en las ideas y ejecutorias de los protagonistas de la denominada “Revolución del Socialismo del Siglo XXI” con Chávez a la cabeza y sus más connotados e incondicionales delfines: Maduro, Cabello, Ramírez, Jaua, Merentes y Giordani. Es así cómo ellos cambiaron todo en Venezuela, para que todo siga igual; o peor. La “Revolución Bonita” brilló por su ausencia. El odiado neoliberalismo los sigue cubriendo con su manto protector, a través del Estado venezolano puesto a su incondicional servicio y, el de los petrodólares, que aflojan las compuertas en la suma de incondicionales y hasta de un grueso número de los descamisados de siempre.

La estructura de clases sigue intacta, con una burguesía que cambio de nombre y ahora se llama “boliburguesía”, que actúa sin escrúpulos en aquello de amasar gigantescas fortunas bajo la sombra del estado, las mafias de poder cívico-militares y el ejercicio de las corruptelas más grotescas. Los negocios con el dólar cambiario y ahora con la devaluación de la moneda (“Paquetazo Rojo”), son unas de las minas apetitosas, que nos hace recordar los festines sauditas de “las mil y una noches”.

Y en paralelo, los excluidos sociales, los pertenecientes a la inacabable pobreza estructural, destinados por la retórica oficial a navegar en el “mar de la felicidad”; se encuentran en los pantanos del infierno de la inflación incontenible, la escasez insoportable de los productos básicos, la devaluación de la moneda y en el medio de un clima de violencia e inseguridad, que se asocia al drama humano que causa el pánico al ver determinadas películas de terror.

El “príncipe” de “El Gatopardo venezolano” con la peculiaridad de la formación militar y la personificación del caudillo, al cual le rinden pleitesía los bufones del entorno y hasta promueven un proceso de convertirlo en una especie de Rey de la mitología griega. Ya hoy no es el mismo, porque se encuentra postrado en una cama, supuestamente padeciendo de un mal incurable. Dejando, pues, un vacío de poder difícil de sustituir. Pero, así mismo, con la herencia de haber cambiado todo, para que todo siga igual, encuentra el escollo de que no preparó a los herederos del trono, los dejó huérfanos de ideas y formación de liderazgo. El país quedó a la deriva, con el peso insostenible en el tiempo de los dictámenes políticos de otros caudillos “gatopardianos” de la Cuba esclavizada, por la dinastía de Fidel y Raúl.

Tiempos aciagos vive la República…necesitamos sacudirnos con fuerza de los “gatopardianos rojos-rojitos”. El cambio social se asoma cómo algo inevitable e indetenible. El progreso y el bienestar colectivo son las banderas de ese futuro a conquistar, los cuales se deben fraguar al calor de las luchas sociales de todos los días.



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