domingo, 21 de julio de 2013

¿PARTICIPACIÓN CIUDADANA CRÍTICA O TUTELADA POR El ESTADO?

En Venezuela, sin duda alguna, prevalece un modelo de Estado autocrático, “militarista” y con rasgos populistas, a través de las migajas que se distribuyen en los sectores populares para mantener la base social y electoral de apoyo a esta élite de poder entreguista y procastrista. Así, con el manto de ese paradigma se han impuesto cambios en el Estado y la sociedad, que son una absoluta negación a los principios supremos y universales de la libertad y la democracia. Se valen de procesos de adoctrinamiento ideológicos compulsivos para sostener en una sola dirección esa manera única de pensar y actuar; dejando de lado esa inmensa capacidad crítica y creativa de cada ciudadano de este hermoso y mancillado país.

Los Consejos Comunales que, teóricamente y jurídicamente, serían los llamados a darle beligerancia a esa concepción genuinamente democrática de la participación ciudadana de “abajo hacia arriba”, hoy en su mayoría, son simples apéndices del aparato de Estado rojo y lucen extraordinariamente tutelados por actores de la más pura cepa ideo-política del fracasado régimen cubano. Con la añadidura de que la élite de poder en Venezuela usa con descaro inusitado todos los recursos de las instituciones públicas y los “petrodólares”, para ejercer influencia hacia esa esfera de dominación clientelar a los miembros de estas organizaciones comunitarias.

Por eso se requiere de un inmenso esfuerzo de la disidencia democrática para desarrollar planes estratégicos y fortalecer el proceso de formación crítica de los ciudadanos, sin las gríngolas de las imposiciones ideológicas del chavecismo-castrista. Resultando apropiado reflexionar y activarse en relación al uso de las famosas “etapas de la conciencia”, basadas en las ideas y métodos educativos de Paulo Freire, quien vivió la represión, cárcel y exilio del “militarismo brasileño”, a mediados de la década de los 60.

Es decir, lograr que los ciudadanos participen con autenticidad en el plano de adaptarse a la óptica liberadora, que conduzca a derrotar el predominio de la “conciencia mágica” e “ingenua” en el seno de la masa popular. De que “nada se puede hacer”. Temen al poder y a la “autoridad” por considerarse seres inferiores a los dominadores. Llegan a aceptar el orden establecido por la élite de poder y hasta imitan una porción de sus conductas. No miran críticamente lo que ocurre a su alrededor, ni hacen esfuerzo importantes para cambiar la realidad.

El salto cualitativo planteado por Freire es pasar a la etapa de la “Conciencia Crítica”, para que los ciudadanos analicen críticamente las causas de los problemas, del infierno de la pobreza. Usa cómo método la observación y la razón. Los ciudadanos descubren que ellos no son los culpables de la situación de miseria en que viven, sino el sistema socio-político imperante. A este sistema lo identifican como el ´único responsable de las desigualdades, las injusticias y el sufrimiento humano.

Llegan a la conclusión de que la única manera de salir de esa situación, es a través de un cambio social cualitativo para transformar esa realidad. Confían en sí mismos y se articulan, se unen, para quebrar ese sistema autocrático y despótico de la dominación. ¡El sol nunca dejará de brillar, tampoco el futuro y el progreso humano! ¡Viva la auténtica participación ciudadana!

martes, 16 de julio de 2013

El DRAGÓN DE LA CORRUPCIÓN ROJA

El contenido del discurso retórico anti-corrupción del caudillo fallecido sólo ha servido para adornar los actos pomposos de sus más incondicionales delfines, que como loros enfermizos repiten hasta más no poder las consignas de la engañifa, que son dirigidos si miramiento alguno, hacia los millones de sedientos nacionales de justicia y redención social. Esa verdad está allí inobjetable, cuando se hurga en el estiércol de la podredumbre moral y se caen a pedazos por el suelo las máscaras que esconden los rostros del Sodoma y Gomorra de la picaresca criolla de la élite cívico-militar, que ejerce con placer inaudito ese férreo poder absolutista y autocrático en la actual Venezuela contemporánea.

Ni a tirios ni a troyanos parecieran importarles el hundimiento inexorable de la República y quizás por el hastío de tantos casos presentados ante las Luisas de la bizarra moral, ya ni siquiera causan el mínimo escozor en la piel blindada de ese dragón estatal de la corrupción roja-rojita. Tampoco las salvajes olas de los tsunamis de Aponte-Aponte, Pudreval, Fondo de los Jubilados y Pensionados de Pdvsa, Fondo Chino, Bandes o, los juegos perversos con los dólares de Cadivi, Sitme y Sicad para hacer millonarios una minoría de pillos mafiosos, en desmedro de las mayorías empobrecidas; han estremecido los cimientos de esta nación de la gloriosa herencia de “Moral y Luces” de El Libertador, para alumbrarnos el camino en la construcción de una verdadera y libertaria República.

La ira del pueblo, como el Dios Zeus de la mitología griega, todavía guarda en sus adentros el luto por la muerte de la moral y la ética pública en manos del despotismo rojo, pero llegará el momento y la hora de descargar con furia la espada de la justicia, como aquellas rebeliones históricas de los otrora condenados de la tierra para hacer de lo imposible lo posible, dando al traste hasta con el fuego de la muerte de los fusiles, adquiridos con las monedas de la traición al pueblo por los balancines del “oro negro”, hacia aquellos mercados extranjeros de los convenios leoninos firmados con chinos, rusos, bielorrusos o cubanos.

Mientras tantos como los dioses del futuro y la sabiduría o, los Sócrates de la dialéctica del conocimiento, estudiantes y profesores de las universidades autónomas venezolanas; no se rinden ante el clima nacional de inmoralidad reinante y ante las amenazas, represión y cárcel impuesta por los que se rebelan contra la “muerte a la inteligencia” por el “dragón rojo”; cuando se les niegan los recursos presupuestarios necesarios para el funcionamiento idóneo de estas casas de estudios.

Sin duda, se trata de la imposición a “sangre y fuego” de una ideología única más bien “contrarrevolucionaria”, cuya sepultura se realizó hace tiempo con los mismos escombros dejados por el derrumbe estrepitoso del “Muro de Berlín”, del luciferino “socialismo estalinista”; ese que adoptó el difunto, pero que a ciegas lo siguen los lamebotas incondicionales de este “militarismo” ramplón y corrupto.

lunes, 8 de julio de 2013

¡ANTE LA CRISIS NACIONAL, ASAMBLEA CONSTITUYENTE YA!

El “poder constituido” actual está bajo la influencia absoluta de la autocracia roja-rojita dirigida por los Castro, Maduro y su combo, por lo tanto esa realidad deja a merced de trampas y fraudes electorales la permanencia de esta élite de poder por tiempo indefinido en el ejercicio de este desgobierno ilegítimo, con lo cual se usurpan funciones en la toma de decisiones de Estado que afectan al colectivo nacional. Y en consecuencia, está circulando la propuesta de convocar a una Asamblea Constituyente para “Refundar a la República” en los términos del ejercicio de un conjunto de principios democráticos y del estado de derecho.

La Asamblea Constituyente es una salida pacífica y constitucional por la grave crisis nacional que padece la República y por el creciente descontento popular ante la falta de respuestas a la problemática socio-económica y política planteada diariamente por los ciudadanos. Ésta representa el “Poder originario”, la verdadera “soberanía popular”, cuyo objeto será la de promover cambios sustanciales en la estructura del “poder constituido”.

Ningún poder actual, ni siquiera el Tribunal Supremo de justicia, estaría por encima de este “poder constituyente” que emana del poder supremo, que en el pueblo soberano en ejercicio. Por lo tanto éste último no tiene límites, sino lo que decida el “mandato popular” para por ejemplo, cambiar, modificar o suprimir decisiones de Estado o de los “poderes constituidos”. También puede modificar o cambiar la Constitución Nacional, sí así lo lo decidiese esta Asamblea Constituyente por mandato del pueblo soberano.

En los artículos del 347 al 349 de la Constitución Nacional se establecen los mecanismos para convocar a una “Asamblea Constituyente”, es decir el 15% de los de los electores inscritos debidamente en el Registro Civil y Electoral, quienes acudiríamos ante el CNE a solicitar un Referéndum para la convocatoria a dicha Asamblea. Los integrantes de ésta serían postulados por organizaciones civiles, por grupos de ciudadanos organizados y partidos políticos. Y los mandatos que emanen de esta “Asamblea Constituyente” son de obligatorio cumplimiento por todos los “poderes constituidos” y por todos los ciudadanos de la República venezolana.

Dejar que las cosas se “derrumben” por su propio peso o permitir que los “poderes constituidos” sigan haciendo lo que les dé la gana, atendiendo directrices políticas de gobiernos extranjeros como el de Cuba; es dejar que la República se muera en nuestras propias manos, sin haber hecho nada para salvarla. O también estaríamos contribuyendo a abonar el terreno para un enfrentamiento físico entre los mismos nacionales, lo cual sería trágico, lamentable e inadmisible.

La Asamblea Constituyente, sin duda, constituye una salida pacífica, constitucional, electoral y rápida para salir de la crisis nacional actual. ¡Tú decides!