martes, 12 de julio de 2016

¡LAS CHARRATERAS DE LA COMPLICIDAD!

El peso de la historia socio-política que todavía simboliza el caudillo militar de Sabaneta en Venezuela, no puede ser soslayado a la hora de escudriñar las causas de la tragedia nacional que hoy padecemos todos los venezolanos. Más aun con ese ingrediente “militarista” determinante (recordar: Golpe de Estado “chavo-militar” del 4 de febrero, 1992) que él se encargó de imponer en la estructura del Estado y la sociedad venezolana, bajo los directrices políticas de los dos dictadorzuelos octogenarios que han desgobernado a Cuba, por más de 58 años.

Desde ese momento histórico, la injerencia del “castrismo ideo-militarista” en el país, se convierte en ese manto de desvergüenza que lo arropa todo, en especial en puntos indiscutiblemente claves y estratégicos, para poder hoy determinar que en el corazón de la soberanía de la República, la bandera cubana (en complicidad con la tiranía chavo-madurista militar-cívico) está izada desafiante en cada rincón de la nación, como contraste a la otrora y heroica “guerra independentista” victoriosa, liderada por el Bolívar Libertador contra el “imperio español”.

Se fue imponiendo la tesis del “Estado soy yo” y los hombres de las “charreteras de la complicidad” los designó Chávez para que ocuparan los cargos más importantes en todos los poderes públicos y de la administración pública nacional (ministros, diputados, directores generales, gerentes de empresas de Estado y hasta las policías locales pasaron a ser comandadas por los hombres de uniformes). La jerga militar, conductas adiestradas de formación del oficio y las órdenes verticales al modo de los cuarteles, la convirtió en la subcultura dominante del Estado y la sociedad clientelar roja rojita.

El Psuv y los partidos de izquierda aliados de este desastre nacional de la tiranía, enterraron en la práctica el ejercicio del debate democrático y la crítica y, se vistieron con el ropaje impuesto de simple personal de tropa, a la orden del caudillo de Sabaneta y de los altos enchufados militares. Con Maduro se profundizó el desmadre nacional de un importante sector de uniformados “verde oliva” (corrupción, narcotráfico, contrabando y delitos de distinta naturaleza), pero en alquimia con el color rojo del fracasado modelo socialista cubano y de las huestes de los “colectivos armados”, que se encargan de hacer el trabajo sucio, con el apoyo tarifado de la tiranía.

No obstante, el pueblo mayoritario venezolano le ha dado la espalda a esta concepción arcaica “militarista” hambreadora, corrupta y represora en el manejo del Estado y la sociedad. Le antepuso la tesis universal y socialmente aceptada del ejercicio democrático, de las libertades públicas y de respeto a los derechos humanos de los ciudadanos. Con la presencia de poderes públicos autónomos que le pongan freno a los desmanes de los que se creen eternos en el poder y utilizan los recursos públicos y riqueza nacional para su beneficio personal y la de grupos mafiosos. ¡Viva la libertad! ¡Viva la democracia!