viernes, 21 de enero de 2011

¿DIÁLOGO SÍ? ¿DIÁLOGO NO?

La propuesta sorprendente de diálogo nacional del Presidente Chávez, en el reciente mensaje a la Asamblea Nacional, es objeto de intensas discusiones en el mundo político afecto a la tolda roja y por supuesto en los sectores de la oposición, disidentes y críticos a la gestión gubernamental y al proceso en su conjunto.

Quizás el mandatario nacional revisó las encuestas de opinión que proporcionan cifras de que más del 80% de los venezolanos opinan favorablemente por este mecanismo idóneo para ponerse de acuerdo –los actores políticos e institucionales- en aras de solventar, de una vez por todas, los gravísimos problemas que agobian a la sociedad venezolana en materia de seguridad, empleo, inflación, servicios públicos, desabastecimiento, violación de derechos laborales, vialidad e infraestructura pública.

Para otros analistas se trata de un viraje táctico del huésped de Miraflores con el objetivo de recuperar espacios de popularidad perdidos o entredichos en el contexto interno y externo ante las medidas radicales –plasmadas en casi dos docenas de leyes y una ley Habilitante- tomadas por él este pasado mes de diciembre de 2010, que pondrían en riesgo su eventual triunfo en las elecciones presidenciales de 2012.

Lo cierto es que, la propuesta antes dicha, desconcertó a los sectores que adversan con denuedo al proyecto dizque socialista del Presidente y ha generado opiniones y propuestas diversas: unas favorables y otras opuestas. Amén de las opiniones “ni ni” o confusas.

Por supuesto que nadie -políticamente hablando- podría negarse a priori a dialogar en relación a los asuntos que atañen a la sociedad y al Estado, más aún a sabiendas de las penurias socio-económicas que están padeciendo la mayoría de los ciudadanos o, en materia de derechos humanos conculcados, independientemente del estrato social al cual pertenecen.

No obstante las señales presidenciales de la propensión al diálogo, hay otras que indican una especie de doble juego: una mano abierta y la otra cerrada para los “carajazos” prometidos a los opositores o, el consabido “vayan a lavarse ese paltó” en palabras del propio pichón de Duvalier. Verbigracia la aplicación del “garrote vil” a los adversarios zulianos al Sur del Lago, la decisión de mantener presos a dos diputados electos por el voto popular o el “exprópiese” a cuanta propiedad se le ocurra al autócrata; y pare usted de contar.

¿Será, entonces, qué a la oposición y disidentes no les queda más salida que responder tácticamente con el mismo doble juego? Amanecerá y veremos.

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