domingo, 23 de septiembre de 2012

PARADOJA ENTRE CHÁCHARA Y REALIDAD

Sociólogos, Antropólogos y Psicólogos Sociales, entre otros profesionales estudiosos de la conducta social de los venezolanos; coinciden en señalar varios aspectos paradójicos de la autoimagen socio-histórica positiva y negativa de los nacionales que van desde la valoración positiva por la “generosidad”, el “coraje” y el “igualitarismo” hasta por la presencia de rasgos negativos por “incompetencia”, ser “emotivos” y con fuertes rasgos de “autoritarios”.

No obstante lo dicho, éstos no son suficientes argumentos que puedan justificar en modo alguno que, quienes hayan aceptado cargos de responsabilidad pública, después de 14 años en el poder, se aparezcan ahora con las tablas en la cabeza o una cara de que yo no fui, por el estruendo fracaso al frente de la cacareada gestión gubernamental “revolucionaria”; sin que nada pase ante los ojos de la luz pública, tribunales de justicia y los comicios electorales del próximo 7-0.

Porque como asevera John Ruskin, “lo que creamos o lo que pensemos, al final no tiene mayor importancia. Lo único que realmente importa es lo que hacemos”. Y en el caso que nos ocupa, el único foco de atención del huésped de Miraflores ha sido la retórica abundante ideopolítica, estimular el culto a la personalidad, los cuentos mediáticos interminables y la de atornillarse en el poder cueste lo que cueste.

La mayoría de los diagnósticos sobre la realidad social venezolana, las protestas de todos los días de trabajadores y sectores comunitarios y, esos recorridos profusos de Capriles pueblo por pueblo, dan cuenta inequívoca de que una cosa son los teatros dicharacheros mediáticos de Chávez, donde idealiza a una Venezuela que no existe y, otra cosa es la crudeza infernal de una realidad de calamidades socio-económicas cotidianas, que explota en los rostros impávidos de los dizque “revolucionarios” de aire acondicionado, buenos sueldos y privilegiadas comodidades.

Pero la gran paradoja entre lo viejo del pasado autocrático representado por Chávez y lo nuevo de progreso y bienestar que representa Capriles, están allí plasmados en sus ofertas electorales, con sus Programas de Gobierno. El primero, como siempre, se queda en las nubes con la propuesta de construir un “socialismo” que salve al planeta y blablablá. Y el segundo, que no perdió la oportunidad de presentar un conjunto de propuestas realistas, factibles y creíbles –planteadas por las mayorías nacionales- que anhelan un cambio radical del rumbo del país en materia de seguridad, empleo, educación, salud, seguridad social y laboral; servicios públicos, infraestructura y vialidad y, que resuelva de una vez por todas, el grave problema de los apagones o crisis eléctrica nacional, entre otras.

¡La suerte está echada y dependerá de nuestra firme decisión de conquistar un futuro en democracia, libertad, justicia, bienestar y progreso!








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