lunes, 29 de noviembre de 2010

AUTONOMÌA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Luchar por la autonomía de los movimientos sociales (trabajadores, comunidades, estudiantes, profesionales y técnicos; campesinos) no ha sido, ni es una tarea fácil. Porque algunos partidos políticos en Venezuela mantienen la tesis de utilizarlos y colocarlos al servicio de sus intereses. Una vez consumado parte de sus propósitos los convierten en comités de base de esas organizaciones; y peor aún en instancias clientelares, increíblemente domesticadas que medran del presupuesto de la nación; máxime si el partido en cuestión le es asignada la tarea, por los factores de poder, de ocupar todos los espacios del supra poder estatal.

En esencia, lo de la ideología es lo de menos, porque el pragmatismo se transforma en el motor y alma de los conmilitones incondicionales que, como el “ratón al queso”, sienten abonado el terreno para el “resuelve” de vida por muchos años. Quizás allí esté la explicación el por qué los Castros y Chávez sienten que se le está moviendo el piso a sus paradigmas del “socialismo de estado” y del “capitalismo de estado” respectivamente; los cuales lucen el perfil del fracaso más rotundo por el colapso de las economías, la crisis social, la ineficiencia en la gestión pública y, sobre todo el deterioro de la ética y la moral. De esta manera los Castros van de vuelta al modelo de mercado e incentivo a la iniciativa privada buscando desesperadamente el oxigeno político perdido. Y Chávez con una obstinación sin precedentes insiste en el viejo modelo de la concentración de todo el poder en el estado, especialmente en torno a su figura y por el manejo que hace a su antojo de la renta petrolera venezolana.

No obstante, al decir de los corrillos populares “la procesión va por dentro”, como los volcanes en espera del ciclo de erupciones, donde la lava represada explosionaría en cualquier momento llevándose todo lo que encuentra a su paso. De este modo, guardando las distancias, así actúa el descontento popular. En Cuba, por ejemplo, aún cuando lucen casi castrados los movimientos sociales, la lava social la simbolizan “las madres de las vestimentas blancas”, quienes luchan sin descanso por la libertad de los presos políticos o disidentes de toda laya. En Venezuela la cuestión es distinta, porque aún cuando una porción de los movimientos sociales continúan secuestrados por el “chavecismo”, otro contingente –ya de plano mayoritario- se vienen expresando abiertamente en la calle - y pese a la represión y al hostigamiento- denuncian organizadamente los atropellos y abusos de poder; la violación sistemática de derechos políticos, sociales y laborales.

En ese contexto -organizaciones políticas y sociales en el país- encuentran el punto común y de unión en la defensa de los principios y todo el legado de derechos consagrados en el vigente texto constitucional, cuyas expresiones concretas de violaciones están contenidos en los sistemáticos ataques a los medios de comunicación social, la represión desmedida a dirigentes y ciudadanos por sólo protestar, el desconocimiento de las organizaciones sindicales y derechos contractuales de los trabajadores, expropiaciones por doquier; entre otros.

De esta manera, luchar por la autonomía y beligerancia de los movimientos sociales se constituye en una tarea de primer orden; si se anhela realmente un país democrático, participativo, plural, de paz, libertad, progreso y justicia para todos los venezolanos.

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