lunes, 29 de noviembre de 2010

VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

A propósito de que a nivel internacional se toma un día para dedicarlo a la “No Violencia Contra la Mujeres”, hay un mutis oficial en relación a las cifras rojas por hechos de violencia contra este género en Venezuela. No obstante, en las páginas de sucesos de cualquier periódico nacional o regional dan cuentan diariamente de situaciones de violencia social, en sus diferentes matices, donde las principales víctimas son mujeres, especialmente las más jóvenes.

No sólo se trata de los diversos maltratos de toda índole que sufren muchas mujeres en su relación de pareja; sino que al parecer toda forma de dominación machista, desde lo más encumbrado del poder estatal, poder médico o hasta los encargados de brindar seguridad policial en cualquier sector de una ciudad o pueblo, se ensaña contra las féminas.

Por esa razón, no es gratuito el ensañamiento del Presidente Chávez contra la Jueza María Lourdes Afiuni, a quien juzgó públicamente y solicitó la máxima pena en prisión, por un supuesto delito en el ejercicio de sus funciones. A esta mujer se le han negado todos derechos a la defensa y en el Instituto de Orientación Femenina de los Teques donde está encarcelada y es sometida a torturas psicológicas, la requisan permanentemente y la mantienen aislada en una celda extremadamente pequeña. Incluso hay una resolución de la ONU en relación a este caso de exigencia de respeto a sus derechos humanos. Pero debido a la incondicionalidad y sumisión del resto de los poderes públicos al poder presidencial “machista”, se viene ejerciendo descaradamente una serie de acciones de violencia institucional en contra de esta valiente defensora del género.

Lo dicho es una expresión concreta del grado de descomposición social de la sociedad venezolana y del estado, donde la pobreza con nombre de mujer, reina con sus raíces estructurales: niños y mujeres abandonadas al azar de la vida; muchas de ellas sumergidas en el infierno de las drogas y prostitución; o formando parte de las estadísticas del desempleo femenino galopante. Mujeres “cabezas de hogar” sin viviendas adecuadas o sometidas a niveles de hacinamiento inaceptables con un cuadro de hijos a cuesta. Mujeres víctimas de las escuelas del delito en cualquier barriada del país o, en una cárcel purgando una condena en una prisión venezolana. Amén de las mujeres sometidas a cuadros depresivos por la dificultad de llevar el pan a sus hijos o porque los míseros salarios que recibe, apenas le alcanza para malnutrirlos.

Paralelo a lo anterior, continúa campeando un modelo de poder médico que maltrata a las mujeres, con una variante de violencia denominada obstétrica, donde a su cuerpo se le impone el parto horizontal en contra del parto natural vertical; se le descalifica con insultos o vejámenes en el momento de parir; se le proporciona fármacos para aligerar el parto o se le somete a procedimientos “médicos- rutinarios” de una manera desproporcionada, durante ese acto hermoso de generar vidas.

Los retos y desafíos contra estas manifestaciones de violencia contra la mujer; necesariamente debe pasar por una lucha sin cuartel, no solo contra la tara cultural del “machismo”; sino por lograr una victoria final contra distintas formas de dominación, que son un impedimento para arribar a un futuro de suprema felicidad humana, donde el amor ocupa el mayor de los espacios.

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