domingo, 20 de febrero de 2011

¡LA REBELIÓN DE LAS MASAS POPULARES CONTRA LAS DICTADURAS!

Para un ciudadano común, que resida en cualquier rincón de la tierra, le era difícil pensar lo que está ocurriendo en pleno corazón de los países árabes, cuyas particularidades culturales y religiosas, todavía forman parte de esa especie de manto de misterio, desde la óptica del mundo occidental. Resulta que, una oleada de insurrecciones populares, sacude los cimientos de esas civilizaciones, cuyos gobiernos son de neto corte autocráticos, que acuden sin miramiento alguno a las represiones más brutales y sangrientas para sofocar –en este caso- las exigencias colectivas de instaurar modelos democráticos, donde se enarbolen banderas de libertad y bienestar en todos los órdenes de la vida.

Túnez fue el primer escenario de estas rebeliones populares, que tomaron plazas y calles y, no cesaron jamás de persistir en sus pedimentos libertarios, hasta que el sátrapa de ocasión no dejara el poder. Luego, como esos huracanes gigantescos, que rompen las barreras fronterizas, en Egipto el sacudón dejó sin el aire de la vida a la autocracia del Mubarak de las tres décadas, cuya pretensión era gobernar hasta morir y dejar como legado en el poder de la nación a la familia.

Pero este fenómeno expansivo continúo arrasando con los cimientos de aquellos cuentos universales de los incólumes faraones; y otros países de ese mundo árabe (Arabia Saudita, Libia, Siria; entre otros) son sacudidos sin cesar por las masas populares, que en rebelión inaudita, no les importa dejar la sangre regada ante el acoso brutal de esas dictaduras “militaristas”, cuyas balas asesinas dejan cifras incontables de víctimas en las calles y plazas, convertidas hoy en los campos de batallas entre la barbarie y el resplandor de un nuevo amanecer civilizatorio.

Factores múltiples se podrán analizar para dejar al desnudo la causalidad y motivaciones de esas rebeliones populares desde las desigualdades sociales, discriminaciones de género e injusticias ancestrales, hasta los intereses en juego de la geopolítica mundial por las codiciadas reservas y riqueza petrolera que subyace en los suelos de los faraones ancestrales. Pero, un factor decisivo en están confrontaciones, fue el hastío de los ciudadanos árabes ante la concepción y métodos del “garrote vil” dictatorial para dirimir los conflictos en el seno de estas sociedades contemporáneas. De allí que los símbolos de la lucha por conquistar “democracia” y “libertad”, jamás han dejado de estar presentes en las gargantas de estas rebeliones colectivas.

Guardando las distancias socio-culturales e históricas, en Venezuela, los jóvenes casi en paralelo de las insurgencias populares en el mundo árabe, se levantan en rebeldía, mediante el recurso extremo de “huelgas de hambre”, en el escenario de la sede de la OEA y varias embajadas; para exigir al gobierno autocrático de Chávez “libertad para los presos políticos” y el “respeto de los derechos constitucionales y humanos de los venezolanos”.

Quizás para vergüenza nuestra y así hay que denunciarlo al mundo, el Presidente venezolano, obsequió a varios de estos sátrapas dictatoriales árabes una réplica de la espada del Libertador, mancillando con ello el valor histórico de la lucha por la independencia y libertad de todos los nacionales. Por fortuna, los pueblos son sabios y armados de su coraje y valentía, enfrentarán siempre, por todos los medios a su alcance, el silencio que quieren imponer las botas nefastas de las autocracias en cualquier lugar del mundo. ¡Viva la lucha de los pueblos árabes! ¡Viva la lucha de los jóvenes venezolanos por la democracia y la libertad!

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