jueves, 10 de noviembre de 2011

INFLACIÓN AL GALOPE Y SALARIOS EN "PICADA"

El trastorno patológico de disociación con la realidad ya no sólo lo padece el caudillo, sino que contagió a la élite de poder incondicional con sus delirios, la cual repite como loro que vamos rumbo al “mar de la felicidad”, cuando la verdad está allí al desnudo: Venezuela está a la orilla de un gran precipicio, sin posibilidad del retorno a corto plazo.

La inflación desbocada y en consecuencia, la caída estrepitosa del salario real de los trabajadores, se han encargado de darle la estocada final al paradigma oficial y engañoso del cacareado “Socialismo del Siglo XXI”, que no es otra cosa que un vulgar y salvaje “capitalismo de estado”.

En efecto la inflación nacional ya ronda el promedio del 30% en lo que va del año y el costo de la cesta básica se disparó hace tiempo por encima del salario real de los trabajadores. De allí sus continúas protestas por aumentos salariales, exigencias de pagos de pasivos laborales, respeto al derecho de lo contemplado en las convenciones colectivas y rediscusión de éstas, en base a las nuevas realidades de afectación a su seguridad laboral y social.

Los testimonios sobran con los trabajadores de las empresas básicas de Guayana, petroleros, electricidad, comunicación, salud, educación e instituciones públicas de entes centralizados y descentralizados; cuando casi todos los días impactan a la opinión pública con la aplicación de distintas formas de luchas, a través de movilizaciones, huelgas y paros; tratando de que los escuchen y resuelvan sus peticiones reivindicativas, desde las más altas esferas del poder centralizado estatal dizque “revolucionario”.

Las clásicas medidas oficiales de leyes impositivas, como la Ley de Costos y Precios Justos, para supuestamente ejercer un control del Estado sobre los precios de los productos, bienes y servicios; constituyen una quimera destinada al fracaso, porque las distorsiones de la economía nacional son de fondo y porque los desequilibrios sociales se mantienen intactos, entre los extremos de la nueva “boliburguesía bolivariana” que lo tiene todo y millones y millones de venezolanos, que sobreviven en la más espantosa miseria y pobreza.

Tampoco la transferencia de las empresas privadas, por vía de intervenciones o expropiaciones, hacia el Estado venezolano; para supuestamente ponerlas al servicio de las mayorías nacionales ha dado resultado, al contrario, está ocasionando graves situaciones de carestía de productos básicos (leche, aceite, café) y elevados costos no sólo de los productos, sino también de bienes y servicios.

La espiral inflacionaria está llegando a límites insostenibles para el bolsillo de los trabajadores. Amén de que la locura de la élite que gobierna, para aferrarse al poder, en sus medidas desesperadas, se le ocurrió aumentarles los salarios a los militares; dejando al resto de los estratos laborales de la sociedad venezolana sin aumentos salariales; en medio del drama infernal de la inflación, que nada parece detenerla.

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