martes, 10 de diciembre de 2013

UNA VISIÓN CRÍTICA POST-ELECTORAL

Dado los resultados numéricos oficiales y la identificación de los actores políticos victoriosos o no en la distribución de las alcaldías en todo el país, sin duda, no hubo sorpresas importantes de lo que, analistas y politólogos, vaticinaron que ocurriría en estos comicios locales celebrados el 8D: el partido de gobierno ganaría la mayoría de las alcaldías, pero la disidencia democrática obtendría importantes triunfos en las alcaldías de las ciudades más importantes de Venezuela. Y eso fue lo que pasó.

También sin las predicciones detalladas, se sabía de antemano que entrarían en juego de este complejo ajedrez político aquellas alcaldías consideradas simbólicas o “las joyas de la corona” para uno u otro bando, por aquello de lograr impactos políticos trascendente ante la opinión pública nacional e internacional, en aras del avance o no de los Proyectos Nacionales de cada actor principal, en el contexto del fenómeno indiscutible de la acentuada polarización política-electoral presente, entre las dos grandes fuerzas antagónicas en pugna.

De igual manera se pronosticaban, atendiendo a las conductas electoralistas del oficialismo en comicios pasados, que “botaría la casa por la ventana” en su intento ventajista, de abuso de poder, uso corrupto de recursos públicos, chantaje a los desvalidos y acciones represivas, para tratar de imponerse a cómo diera lugar en el evento de las elecciones municipales. Y también eso fue lo que hizo. Pero con una dosis mayor de descaro e impunidad de una administración de justicia inexistente, “saqueos controlados” o, mejor uso el “garrote vil” contra todo aquello que significara opinar y pensar distinto ante el modelo ideopolítico procubano impuesto a toda la República desde hace 14 años.

Entre los pronósticos de los analistas y la realidad, con los resultados de las referidas elecciones casi hubo un empate de coincidencias, salvo algunas sorpresas que llaman poderosamente la atención: En Barinas, la ciudad llanera emblemática, por el nacimiento del “prócer” “comandante supremo” del dizque “Socialismo del Siglo XXI, la disidencia le propinó tremenda paliza con masivos votos democráticos a los Chávez”. En Maturín, otra sorpresa, la ciudad adoración ¨revolucionaria” del inefable Diosdado, fue derrotado el candidato de la élite del poder centralista. Y las grandes joyas de la corona: Maracaibo y la Alcaldía Mayor de la zona metropolitana de Caracas, también quedaron en manos de la oposición democrática. Y así ocurrió con otras ciudades de suma importancia por su perfil urbano y poblacional cómo Mérida, San Cristóbal, Valencia, Porlamar y Barquisimeto. El Castro-chavecismo-madurista sólo logró concentrar una porción de sus fuerzas políticas en zonas rurales y semi-rurales, con menor densidad de población y dependientes casi totalmente de los recursos del Estado.

No obstante el escenario de la grave crisis económica y del caos nacional continúa su curso inexorable en detrimento de todos los sectores de la vida del país. La nación, pese al maquillaje rojito, padece en sus entrañas de cáncer terminal, como producto del “socialismo real” con una mezcla contradictoria de “capitalismo de Estado salvaje”. La situación a futuro se proyecta dramática y conflictiva, ante la conducción desacertada de un liderazgo rezagado, inmaduro y tutelado por los Castro de Cuba; que luce incapaz, inseguro y carente de herramientas básicas de un liderazgo formado para escenarios muy complicadas. La propuesta de la convocatoria a una Asamblea Constituyente se granjea simpatías inocultables en figuras y sectores importantes del país, que tarde o temprano ésta se hará realidad mediante el ejercicio de mecanismos pacíficos, democráticos y constitucionales. La lucha no termina y las batallas futuras se constituirán en los soles de un nuevo amanecer en pro de la libertad y la democracia. ¡Anótenlo!


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