sábado, 17 de mayo de 2014

¡TIRANÍA DE ESTADO: RUINA, HAMBRE Y REPRESIÓN!

Al contrario de la teoría, discursos y propaganda engañosa de todo totalitarismo de Estado en la realidad, por los hechos y comprobaciones históricas éste siempre termina generando caos y terribles consecuencias para la gente de todos los estratos sociales: ruina nacional, hambre por destrucción del aparato productivo, escasez e hiperinflación con los productos básicos y no básicos y la aplicación del “garrote vil” de la represión brutal, por parte de la élite de poder del Estado, para tratar de atajar el tsunami del descontento social, a través de una gama de protestas populares en las calles de las principales ciudades de un determinado país. Venezuela, es el ejemplo inobjetable de esa historia viva hoy, para asombro del mundo.

El mismo Heinz Dieterich, sociólogo e ideólogo del “Socialismo del Siglo XXI” insistentemente ha estado admitiendo, para el caso de Venezuela, el derrumbe o colapso nacional inevitable en pocos meses del desgobierno de Maduro. Aunque con malabarismos “intelectualoides” sigue aferrado al dogma de fe de su teoría. Así mismo en este orden, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, acaba de declarar públicamente que el proceso de crisis en Venezuela se debe a “errores económicos”. Los dos se lavan las manos como Pilatos, para evitar ser salpicados por su corresponsabilidad socio-ideopolítica por la vindicta nacional e internacional. Lo que si es cierto, como el tamaño del cielo, es que el fenómeno de la pobreza sigue intacto en Venezuela y el abismo de las desigualdades sociales hace estragos como nunca antes. Las castas de poder amasan y amasan capitales y privilegios a su favor y, los descamisados de siempre arrastran las penurias y calamidades impuestas por el modelo fracasado del totalitarismo de Estado.

Una de las aristas de este paradigma, es la imposición de una oleada sin precedentes de importaciones de productos básicos a varios países, con miras a atenuar la grave crisis de la escasez, especialmente de rubros alimenticios. Ello debido a que esta élite de poder en Venezuela, atendiendo las instrucciones de los Castro, expropió y quebró cuánta empresa o finca productora hallaron en su camino, con la dizque bandera demagógica de “destruir el capitalismo” en el país. Y los resultados de esta locura son evidentes: escasez, hiperinflación, desempleo y demás entuertos socio- económicos.
En el contexto de esta secuencia infernal, se evidencia el fracaso del modelo de importaciones y centralización estadal, con la concurrencia del terrible mal de la corrupción y derroche saudita; políticas económicas erradas, pésima calidad gerencial, los planes clientelares partidistas y de adoctrinamiento ideológico hasta en la “sopa”. El hambre ya comienza a tocar con fuerza a importantes sectores de la población, en desmedro de cumplir con el compromiso ante la ONU, de reducción de la pobreza para el año 2015. El cacareado “Socialismo del Siglo XXI” terminó de ser un completo fiasco para todo el conjunto social.

Asfixiado en su propia salsa totalitaria, este desgobierno procubano, opta por recurrir a las viejas recetas neoliberales de aumentar el gasto público (y reducirlo, contradictoriamente) en determinadas áreas de su conveniencia, devalúa la moneda a niveles siderales, aumenta los precios de productos regulados; oficializa las alzas pasajes del transporte públicos, las tributaciones y tarifas servicios públicos abiertamente o de manera soterrada. Amén de esa búsqueda desesperada por aumentar la deuda pública externa con China… para tratar de tapar el “hueco fiscal” o, mediante la concreción de firmas de convenios leoninos para la República, a los fines de recibir “dinero fresco”.

Y al mismo tiempo, los mandaderos de los Castro, se aferran al dogma de la aplicación de los métodos de terror nazi-fascista represivos, para intentar acallar las protestas cívicas de calle, con la férrea participación estudiantil y de otros sectores de la sociedad, que han decidido no calarse más este modelo fracasado del totalitarismo de Estado…Y que están exigiendo con contundencia un cambio radical en la estructura y conducción del Estado y la sociedad. ¡Los vientos a favor de la libertad y la democracia marcan la pauta de un nuevo amanecer con un futuro hermoso de bienestar y progreso para todos!... ¡Nadie se rinde!







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