martes, 29 de marzo de 2016

¿DESASTRE ROJO SIN SALIDA?

Al contrario de algunos optimistas, uno observa al país convertido en escombro, en todas las dimensiones del quehacer humano. Escombro en lo económico, social, político, institucional y sobre todo en lo moral y ético. Otro “profeta del desastre –dirán, ¿pero en qué indicadores cuantitativos y cualitativos se puede sustentar lo contrario? Sí; todos los indicadores revisados señalan el camino del despeñadero, del abismo. Y la tiranía de Maduro e incondicionales, cada paso que dan, llueven sobre lo mojado del fracaso y del desastre con mayúsculas. Mientras que, las mayorías nacionales continúan agobiados por el sufrimiento humano de lo peor “gestión” gubernamental que haya registrado la historia de la República, en estos 18 años de la mal llamada “revolución bonita” o “Socialismo del Siglo XXI”. ¿Los nacionales estamos, entonces, atrapados bajo la maldición de Sísifo, de girar eternamente sobre el mismo círculo vicioso para alcanzar la nada, sin ninguna posibilidad de futuro digno y decente?

El objetivo de la tiranía es mantenerse en el poder como sea y las estrategias políticas son orientadas (desde Cuba) para lograrlo. Por eso, en la práctica, desconocen el triunfo opositor y del pueblo descontento que se expresó abrumadoramente el pasado 6D. Todos los poderes públicos serviles e incondicionales a la tiranía (excepto la AN) los han activado para convertir las decisiones del Parlamento en simples “jarrones chinos”. Y al pueblo de a pie lo mantienen ocupado en las tareas de la sobrevivencia humana, para que no piensan en libertad, ni en democracia, ni en el cacareado progreso. Cuando se salen temporalmente de esta perversa trampa ideopolítica se les reprime con las armas de los uniformados, de los colectivos armados y del vergonzante pranato de Iris, Diosdado o Maduro.

Pero la rebelión subterránea de los oprimidos sin alimentos, sin medicinas, sin luz, sin agua, sin dinero, sin servicios públicos y sin vida integral, no ha cesado. Se mantiene viva e irreverente como las llamas de los volcanes en plena erupción en las colas humillantes, en las trancas de protestas sociales diarias en cada rincón del país, en las movilizaciones de calles por derechos arrebatados o, en las acciones contra las violaciones sistemáticas de los derechos humanos y de ley. El malestar y la indignación popular se mantienen en todos los recovecos y espacios de la vida individual, familiar, grupal y colectiva.

La resistencia ciudadana activa sobrepasa las posturas -quizás- conservadoras e inmovilizadora de la vanguardia política opositora. La salida huele a rebelión popular contra la dictadura, porque la obstinación, soberbia e intereses de las mafias cívico-militar corruptas que están en el poder, no aceptan nada que no sea a su favor de privilegios y perversidades contra el erario público y la suma indeterminada sólo para ellos de riqueza nacional. Amén de los convenios secretos con tutelaje y dependencia de la tiranía ante el “castrismo-cubano” y de los imperios de China y Rusia. No obstante, ¡La fe y esperanza por el cambio pacífico, democrático y constitucional siguen intacto en el alma y corazón de la mayoría de los nacionales! ¡Amanecerá y veremos!

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