domingo, 24 de julio de 2011

¿CONDUCTA CIUDADANA POSTRADA O BELIGERANTE?

El tema no es nuevo, ni es mi pretensión que se vea de esa manera, pero sí de hacer un llamado a la reflexión y al debate abierto en relación al papel que viene cumpliendo los venezolanos en el contexto de la actual realidad del país, donde para algunos actores sociopolíticos es de “trasformación revolucionaria” y para otros, entre los que me encuentro, es la de un afianzamiento de un modelo sociopolítico desfasado, anacrónico, autocrático y de atraso ante los retos y desafíos de la postmodernidad.

La realidad la Venezuela de hoy la podemos contextualizar como la de un país en una situación de crisis nacional en todos sus órdenes en el plano económico, político, social, institucional, estado de derecho, moral y ético. El modelo centralizador rentista petrolero mantiene intacta las columnas de una economía parasitaria, improductiva y dependiente de las importaciones hasta en los rubros de la alimentación, lo cual desdice mucho de la prédica oficialista del cacareado “desarrollo endógeno” y la “seguridad alimentaria”.

Así mismo, la pobreza en todas sus variantes, mantiene incólume el drama social de millones y millones de venezolanos que no encuentran la manera de cómo satisfacer las necesidades básicas de alimentación, salud, educación, empleo, servicios públicos eficientes, vivienda, seguridad, cultura, deportes y lo recreacional. Y como corolario las instituciones y las diferentes ramas de los poderes públicos se encuentran sumisas e incondicionales al poder ejecutivo y a las directrices del caudillo de Miraflores. La descentralización, como aliviadero a las infinitas demandas populares regionales y locales, fue echada al cesto de la basura.

El Estado de Derecho es inexistente, aún cuando teóricamente tiene rango constitucional, porque la cófrade del poder central se ha encargado de diluirlo ¬- adrede- en interminables vericuetos leguleyos para que quedase en el limbo del ser o no ser. Por eso la injusticia y la impunidad se han convertido en las reinas del estado de la total indefensión de los ciudadanos que se encuentran presos en las cárceles venezolanos o fuera de éstas, porque no tienen instancia institucional a dónde acudir a la hora de emplazar a la dama ciega de la justicia y a la estructura de las leyes de la república.

La retórica del derecho internacional a la soberanía, independencia y autodeterminación como pueblo, se ha estrellado con las conductas “gobierneras” entreguistas del régimen actual; donde una nación extranjera, Cuba, aparece manejando con total desparpajo los hilos de la seguridad y defensa nacional, militar, registros subalternos, comercio, industrias, agroindustrias, salud, deportes, cultura y educación; entre otros . Amén de los beneficios inmensos que recibe en donaciones y precios preferenciales por petróleo.

Pero el daño mayor que ha recibido esta nación, cuna del gran Libertador de cinco países, Simón Bolívar, es a nivel de los principios morales y éticos como jamás había ocurrido en toda la historia republicana. La corrupción campea como río desbordado en todas las instancias del estado y la sociedad. De esta manera, altos funcionarios del ámbito cívico-militar, han sido señalados, con pruebas en manos, por delitos contra la cosa pública sin que investigación alguna haya arrojado sus frutos, con las sanciones correspondientes a la magnitud del delito. En la práctica media el hecho de su contribución al “proceso en marcha” y se deja que lo borre el tiempo de la impunidad y de la “exoneración revolucionaria”.

¡Tiempos difíciles, pero de grandes retos y desafíos. Los ciudadanos conscientes estamos obligados a redoblar nuestros esfuerzos para contribuir a ponerle el cascabel al gato. No hay vuelta atrás! ¡Tiempos, sin duda, de beligerancia consciente!

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