domingo, 31 de julio de 2011

MAQUIAVELO Y EL NIDO DE ALACRANES

Hace 498 años Nicolás Maquiavelo escribió su obra monumental “El príncipe”, cuyo contenido doctrinario todavía hoy en día sirve de cabecera a muchos gobernantes y políticos, especialmente a aquellos aferrados, con pasión religiosa, a las formas autocráticas para mantenerse en el poder. Para Maquiavelo los aspectos éticos y morales no cuentan a la hora de mantenerse o consolidarse en el poder.

Su filosofía se resume en la célebre frase: “El fin justifica a los medios”. Para lograrlo –dice Maquiavelo- “debes convertirte en una persona hábil, capaz de manipular situaciones valiéndose de cualquier medio; ha de poseer destreza y una equilibrada combinación de fuerza, tesón, además de intuición para sortear obstáculos y una carencia total de escrúpulos”. Y agrega: puedes desde buscar aliados hasta forzar traiciones, según las circunstancias. No debes poseer virtudes, sino simularlas. Es así como la doctrina inmoral de Maquiavelo me recuerda en toda su desnudez en personalidad, conducta o praxis política, al mandamás de Miraflores. Por supuesto, el “nido de alacranes” que lo acompaña en su entorno, está influenciado por esa doctrina. “Vamos con todo¨” –dicen públicamente- a la hora de preservar el poder absoluto sobre la sociedad y el estado.

De las enseñanzas de Maquiavelo y de Fidel aprendió a ser mucho más desconfiado. Por eso rechazó quedarse en Venezuela o irse para Brasil a la hora de sus curaciones y terapias anticancerígenas. No vaya a ser- reflexionando muy para sus adentros- me salga uno de esos alacranes y me saque del juego del poder. ¿Diosdado?, ¿Jaua?, ¿Ramírez? ¿Maduro? ¿Alí?. O haciéndole caso muy particularmente a Fidel, -has como yo- dejé el poder formal, pero encargué a mi hermano Raúl, como mi sucesor de mayor confianza. –No podrías hacer lo mismo, con tu hermano Adán? De allí que Adán lo acompaña para todos lados, proyectándolo como su posible sucesor en el caso de las “chiquitas”. Por eso el “nido de alacranes” se alborotó, comenzando con Diosdado y sus cónclaves subterráneos con militares.

Con el colectivo nacional, especialmente con sus seguidores, a la enfermedad le ha sacado su provecho político en un juego teatral sin precedentes, para victimizarse y explotar el sentimiento y las emociones de la gente. Varias cadenas han sido para explicar los ejercicios físicos que hace, la dieta y los resultados de los exámenes de la sangre, orina hasta de las heces. Amén de los efectos de la radioterapia y quimioterapia a que ha estado sometido, bajo el liderazgo de su “médico” de cabecera, Fidel.

Pero, como corolario, siempre termina sentenciando que se reelegirá por secula seculorum. Entonces, los “alacranes”, sin hacerle caso omiso a Maquiavelo, no disimulan su desconcierto, inquietud y en un proceso de metamorfosis se transforman en beligerantes.

Como contraparte a lo dicho, jamás debemos seguir esa forma maquiavélica de hacer política. Hay que construir formas de hacer política diferente, con la ética y la moral por delante; presentando la propuesta de un Proyecto de País democrático y de justicia.

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