miércoles, 12 de octubre de 2011

¿CRISIS DE LA RACIONALIDAD EN VENEZUELA?

Quizás con estas reflexiones esté coincidiendo con Max Weber, uno de los grandes teóricos de la Sociología Comprensiva, quien propuso la construcción de “tipos ideales”, asociado a determinados comportamientos de los seres humanos, cuyas preferencias deben inclinarse por las cosas “buenas” en contraposición a las “malas”, por lo cual siempre miraría en perspectivas mejorar sus condiciones de vida.

Fijando este contexto, al someterlo al examen con la realidad venezolana, podría llevarnos a muchas sorpresas, al acogernos por ejemplo, a la lectura de ciertas encuestas, que han arrojado como resultados la opinión de que un 50% de venezolanos, a pesar del grave deterioro económico, social, político y ético del estado y la sociedad venezolana; simpatizan por el “liderazgo mesiánico y emotivo” del actual caudillo de Miraflores.

No se trata de que, a los ojos de esta porción de nacionales, el modelo vendido del denominado “Socialismo del Siglo XXI” haya calado o que, en todo caso, el modelo contrapuesto, “el capitalismo”, ya se ganó el rechazo en el corazón de los venezolanos. No, no se trata de eso, porque a la pregunta de su simpatía por el “modelo socialista cubano”, el rechazo es superior a un 70%. Y los indicadores de toda índole determinan que, la “transición del actual proceso”, lleva el rumbo hacia ese paradigma de rotundo fracaso.

Al mismo tiempo, si colocamos el retrovisor, tanto el pasado identificado con la IV y V República, han sido incapaces de romper con el modelo rentista petrolero. Siendo la producción de riqueza nacional con el esfuerzo colectivo y ética de trabajo, simples quimeras de aquel clamor que se quedó en el vacío de la nada, de “sembrar el petróleo”. La corrupción, el derroche, el clientelismo partidista y el paternalismo de estado siguen siendo las taras estructurales de una Venezuela lanzada al abismo de la pobreza, la improductividad y la desesperanza en el contexto de un desarrollo integral y sostenible.

Las premisas esenciales del proyecto de país que anhelamos están, sin duda, contempladas en la actual Constitución Nacional, porque allí hay una sumatoria de consenso nacional. Las trampas de los modelos ideo-políticos, entre el “socialismo real” y el “capitalismo neoliberal”, nos han dejado los sinsabores de que por allí no son los caminos. Tampoco la de continuar arropándonos con las taras señaladas, ni la de arrastrar para siempre el cáncer de la pobreza; ni odios, divisiones y sectarismo inútil. Mucho menos comulgar en simbiosis con el culto a la personalidad, el caudillismo, la autocracia, el centralismo y un militarismo ramplón. ¿Cuándo recobraremos la racionalidad perdida?

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