domingo, 16 de octubre de 2011

VIOLENCIA E INSEGURIDAD ARROPAN A LOS VENEZOLANOS

Las cifras rojas de la violencia e inseguridad no cesan de crecer exponencialmente en esta Venezuela que se encuentra a merced de los “malandros”, que adueñados del país, sienten hasta el estímulo de Miraflores para afianzar sus conductas delictuales. Así, el mandamás, ha llegado a coquetear públicamente con ellos, en una clara postura irresponsable y electoralista, sin pararse a medir las consecuencias nefastas de esta actitud. ¿O será que ante el estruendoso fracaso de su gestión de 13 años contra este flagelo, no le queda más remedio que hacer realidad la vieja conseja de que si no puedes con el enemigo únete a él?

Para cualquier principiante de las ciencias sociales, está claro que la fuente primaria de donde emana la inseguridad y la violencia, se encuentra en la pobreza estructural que agobia al país, aún cuando las cifras oficiales son maquilladas para señalar una supuesta disminución de ésta ante la opinión pública nacional e internacional.

El drama de la pobreza y subdesarrollo, con su extensa gama de indicadores cuantitativos y cualitativos, señalan que el actual Gobierno ha sido incapaz de superar los problemas de empleo y subempleo; la carencia de viviendas y el hacinamiento; la frustración de los jóvenes ante las expectativas de superación y progreso, sino lleva consigo una franela roja-rojita; la ampliación y desarrollo de las mafias de las drogas y de todo tipo de delitos; la impunidad reinante y la inexistencia de órganos imparciales de administración de justicia; la penetración en los órganos policiales con personas de mala conducta o permeables a incurrir en conductas delictuales; la inseguridad social y laboral; la descomposición social en el ámbito familiar; la usencia de valores, principios y no acatamiento de normas de convivencia social; el caos de las ciudades congestionadas de problemas de toda índole, desde el estrés hasta los lazos nada solidarios y humanos para enfrentar los problemas cotidiano; en fin es larga la lista.

Las políticas, planes y programas para enfrentar este fenómeno social se han contaminado con un exceso de “ideologización”, que margina la participación activa de organizaciones sociales y de millones de venezolanos, que no son afines a la doctrina de la élite del poder político e institucional que gobierna.

Al contrario, se ha configurado un aparataje de poder centralizado y excluyente, que a los ojos de muchísimos nacionales nos recuerdan las rechazadas autocracias de vieja data, con actores institucionales de los distintos poderes públicos, que en vez de combatir a los “malandros”, sólo están encargados de ejercer vigilancia, control, acoso y represión en contra de los adversarios y críticos al régimen.
Darle un vuelco a la situación planteada, nos brinda la oportunidad histórica de salir del abismo y colocar a los nacionales, sin exclusiones de ninguna naturaleza, en la lucha contra la inseguridad y violencia y, más aún en el logro definitivo de una sociedad de convivencia, paz, democrática; de derecho y justicia. ¡Ese es el gran desafío! ¡Está en nuestras manos!

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