miércoles, 18 de enero de 2012

PARADOJAS DEL NAUFRAGIO “SOCIALISTA BOLIVARIANO”

El dinamismo del capitalismo de hoy, sin duda, hace palidecer a los más conspicuos revolucionarios venezolanos, que todavía viven aferrados a los manuales marxistas de hace más de 100 años. Chávez, por ejemplo, que se definió Marxista-Leninista, dos años o tres años atrás, ni siquiera ha podido digerir bien esa literatura, que era el pan de cada día, para quienes nos formamos en el campo de las ciencias sociales o, cuando con pasión de adolescentes desarrollamos una praxis política en ese contexto.

Por ello, Chávez en simbiosis con Fidel, quizás sean de los pocos dinosaurios ideo-político autocráticos que quedan de esas especies en extinción. Porque hasta los rusos, chinos y vietnamitas ya ampliaron sus horizontes, ante el fracaso de esos paradigmas del “socialismo real”. Hoy pues se abrazan al mercado capitalista, para hacer esa mezcla hibrida del “socialismo de mercado”. E incluso, en Cuba para tratar de dar respuesta a la severa crisis estructural que padece, con las reformas económicas impulsadas por Raúl Castro, ya comenzaron a mostrar los dientes de aceptación a formas de “propiedad individual”, dejando en entredicho el absolutismo con la “propiedad colectiva”.

De esta manera, el caudillo venezolano, no sólo desoye a las críticas de tirios y troyanos, al igual que le ha dado la espalda a las experiencias internacionales en esa misma dirección; sino de que, en una continuidad sostenidas de acciones desde las alturas del poder, acelera el paso para concentrar más poder en él y en el Estado. Un sin número de empresas, comercios, tierras y entidades bancarias ya pasaron a formar parte de su “tesoro imperial”, a nombre de la “revolución” y el “socialismo”. Amén de todas las ramas de los poderes públicos. La nómina burocrática de personal de “su imperio” ronda las 3 millones de personas, las cuales son fáciles presas del clientelismo partidista y el paternalismo de estado. Los dividendos de la renta petrolera maquillan la situación de parasitismo estatal ante una Venezuela de ideal productiva y ética de trabajo.

Para Chávez y sus incondicionales no hay lugar para las críticas y mucho menos para las autocríticas. Se aferran al poder absoluto del estado, independientemente que el entorno social, político, económico y ético sea un verdadero desastre. Manejan al estado como en los viejos conventos religioso, donde la obediencia sumisa, encuentra asidero en el dogma de la fe, la cual era aceptada mediante los protocolos de las normas de acatamiento obligatorio, la participación en los servicios religiosos de todos los días y todas las expresiones del absolutismo en el seno de esos antiguos templos de la religiosidad y ejercicio de conductas impolutas, so pena de los castigos por mandatos verticales de rigor.

En consecuencia la extemporaneidad de este modelo “chavecista”en el mundo de hoy es su principal paradoja. Los cambios cualitativos, entonces, lucen indetenibles. Los ciudadanos, sin mirar sus posturas ideológicas, se encargarán de barrer estos dislates inconcebibles de la historia actual. ¡Que así sea!

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