jueves, 25 de septiembre de 2014

JUGANDO CON LA SALUD Y VIDA DE LA GENTE

Se necesita ser bien cara dura o irresponsable en grado sumo, para dejar que los nacionales se mueran de mengua o de sufrimiento terrible ante la aparición de enfermedades emergentes o re-emergentes (dengue, chikungunya, malaria, tuberculosis o desnutrición) y; se hagan los locos para no hacer nada, por la compra de fármacos, equipos e insumos médico-asistenciales. O por el contrario se muestren ante el mundo como “populistas” y “ricachones”, por aquello de los festines a diestra y siniestra, con la riqueza petrolera perteneciente a todos los venezolanos. Nos referimos a la desfachatez de Maduro, a propósito de su reciente visita a los EEUU, al ofrecer $5 millones de dólares para combatir el ébola en África o el anuncio público de reforzar los programas sociales en barrios pobres del mismísimo y “odiado imperio”.

Estratégicos o no con estos desafueros “populistas” del actual desgobierno, las epidemias se expanden con fuerza inusitada en cada pueblo del país. Los estados febriles muy altos y los intensos dolores musculares vienen quebrantando, sin lugar a dudas, la indefensa humanidad colectiva de los oriundos de esta Patria libertaria. Se estima que, entre los parámetros epidemiológicos establecido entre 65.000 a 110 mil personas son las personas afectadas por la contaminación de los agentes transmisores -los zancudos- que, como azotes del ambiente territorial, se mezclan con las aguas blancas, pero también proliferan al compas de los inmensos promontorios de basura, que se encuentran en cada esquina de una urbanización o barrio de Venezuela. Es decir, entre el Maduro que cacarea positivamente sobre “Barrio Adentro”, la realidad es el cuadro infernal del Sistema de Salud, que se encarga de recordarle el desmejoramiento abismal e integral de este sector en pocos años.

La reciprocidad de los males del sector salud (privado y público) se viene retroalimentando con creces, con indiscutible pragmatismo, pero siempre con la espada de Damocles “revolucionaria” ansiosa por cobrar más víctimas entre los nacionales. Porque se fue de bruces lo preventivo, la educación para la salud y planes serios de control epidemiológico. Mientras que, la cultura de la improvisación, ideologización partidista y la corrupción, levantan sus voces para diagnosticar que, algo muy grave está ocurriendo en Dinamarca. Y que, por cierto, las acciones de censura y autocensura gubernamental, jamás impedirán que se propaguen las epidemias y todos los males de salud que agobian al sufrido pueblo de Venezuela.

Tampoco se trata de reprimir con saña brutal, a quienes han denunciado lo obvio de las epidemias, que golpean sin freno a la salud individual y colectiva de todos. Además, como dice ese viejo refrán: “aunque la mona vista de seda, mona se queda”.



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