sábado, 20 de septiembre de 2014

¡LA TIRANÍA ROJA DESTRUYE A VENEZUELA¡

Desde hace un buen tiempo, las denuncias infames y sin pruebas sobre supuestos planes “conspirativos” y “desestabilizadores” contra el desgobierno de Maduro, resultan no creíbles. Es más, en el presente forman parte del folclor de la picaresca política venezolana. Pero el oficialismo gubernamental insiste en esta estrategia por tiempo indefinido, para intentar defenestrar por completo a la disidencia crítica y opositora al Proyecto entreguista “Venecuba”. Se trata de aplicar el mismo guión dizque “antiimperialista” de la tiranía cubana, que le ha funcionado desde hace 56 años, para mantener el control ideopolítico absoluto y esclavizante sobre la mayoría de la población de esta isla del Caribe, tan famosa por los dislates totalitarios monstruoso que allí se cometen.

Esta élite de poder del Proyecto referido, aparte de perder el rumbo y toda perspectiva de cambio profundo hacia adelante, aniquiló por completo la ética y valores de autenticidad política e ideológica, porque sustituyó el concepto sagrado de la verdad por la mentira y las falsificaciones de la realidad. Para ésta, por ejemplo, no existe la escasez de los productos básicos, ni medicinas, ni de otros rubros. Ni tampoco la inseguridad, ni el desempleo, deterioro del salario y; muchos menos el caos, miseria y ruina del país. Todo este desastre -para los enchufados- es culpa del “imperio gringo”, de la disidencia democrática o del contrabando de siempre. No asumen ni por un ápice de dignidad una sola responsabilidad. Trasladan las culpas a terceros. ¡Qué miserables son!

Con el artificio de que están “destruyendo el Estado burgués” concentran todo el poder para su beneficio y la de una serie de clanes cómplices de las vagabunderías, corruptelas y violación de los derechos humanos y constitucionales. Adrede impusieron la partidización “roja rojita” anteponiéndola a la verdadera politización de los ciudadanos, la cual sí representa la toma de conciencia individual y colectiva en pro de los intereses nacionales y la auténtica emancipación de los nacionales. Jamás este proceso significa la aceptación de la “alienación ideológica” por imposición del “totalitarismo de Estado”.
La tragedia de este país es que la clase política dominante procubana usurpó el rol protagónico de las grandes mayorías nacionales, para la toma de decisiones y de opinión ante los grandes asuntos de la sociedad y el Estado. En el fondo las protestas sociales y descontento que recorre al país se debe al rechazo a estas prácticas politiqueras y mediocres de los amos del valle. Amén, por supuesto, de la tragedia socio-económica que esta dizque “revolución bonita” ha generado.

Las tareas políticas de los que estamos al lado de cambiar este drama luciferino, lucen verdaderamente complejos, porque no se le puede dar tregua a la tiranía. Y ello implica riesgos al combinar diversas formas de lucha y organización, cuya esencia tienen un claro sello pacífico, democrático y constitucional. ¡Sólo así la victoria política contra el régimen estaría asegurada!


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