martes, 21 de agosto de 2012

¡BASTA DE VIOLENCIA, BASTA DE BOCHINCHE!

Quizás debemos gritar cómo el peregrino de la libertad, Francisco de Miranda, ¡basta de bochinche! en aquellos días aciagos de la República, cuando todo parecía perdido en la lucha por la independencia de Venezuela ante la corona española, pero fundamentalmente por el caos socio-político reinante que hicieron aflorar hasta en el propio Libertador las expresiones desgarradoras ¡Vámonos, vámonos esta gente no nos quieren en esta tierra…!. Al final, Miranda y Bolívar resistieron en la lucha para darnos el camino de la libertad.

Hoy al símil de aquella época, Venezuela, vive un caos sociopolítico, un verdadero bochinche, dónde ni siquiera el Estado autocrático imperante puede garantizar lo más elemental en una sociedad -la vida de los ciudadanos- porque la violencia, los asesinatos y la inseguridad tiñen de rojo diariamente las calles y cárceles del país.
De esta manera, lo ocurrido en la cárcel de Yare, con el asesinato de 25 procesados y varios heridos, es un episodio más en esa larga cadena del río desbordado de la violencia y la muerte que azota al país, cuyas estadísticas en rojo asombran al mundo y por supuesto a toda la América Latina. Lo cual, sin duda, hacen añicos los cacareados y mediáticos “logros” de la denominada “revolución bolivariana”, porque la realidad deja al desnudo que los descamisados siguen allí, incólumes, con la espada de Damocles de la pobreza y miseria a cuesta.

Mientras un caudillo con ansias de poder infinito y una élite cívico-militar se anclan compulsivamente en un mar de privilegios, con el amparo del Estado puesto absolutamente a su servicio, los fondos increíbles provenientes de la renta petrolera y en las tributaciones que desangran los menguados bolsillos de una porción importante del colectivo nacional.

El bochinche, está ahí impoluto, cuando se ha permitido, a nombre del clientelismo partidista, corrupción y la más asombrosa irresponsabilidad en el manejo de los asuntos de Estado, que las mafias del delito y la muerte se apoderen de territorios sociales en barrios y urbanizaciones. Y que los Pranes, en conchupancia con funcionarios del Estado, sean los auténticos jefes del poder en las cárceles de Venezuela y los dueños absolutos del negocio de las armas, drogas, sicarito, robos y de un cúmulo de delitos que se cometen adentro y afuera de estos recintos infernales del caos social.

Acabar con este bochinche luciferino, implica sin lugar a dudas, de una cambio político profundo, con un cambio de los actores institucionales y de el andamiaje sistémico que ha permitido estas locuras; una definición de políticas claras y planes serios, con el concurso de los mejores equipos interdisciplinarios, donde la descentralización sea un instrumento básico de este proceso y que a los Pranes y cómplices institucionales sean puestos a derecho y la orden de las reglas de la administración de justicia. Amén de la lucha sin cuartel contra la pobreza y la corrupción en todos los niveles. ¡Te esperamos el 7-0 para comenzar con este cambio!






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