jueves, 16 de enero de 2014

SE PROLONGA EL “NAUFRAGIO”

Continúa el país marchando a la deriva, cómo un barco en situación de naufragio, adónde sólo basta que se escuche gritar al “Capitán pata de palo” de Miraflores el consabido “sálvese quien pueda”. Pero él se resiste en prolongar la agonía de los pasajeros que, por millones, no hallan qué hacer. Mientras la escasez de los productos básicos para la sobrevivencia cada día es peor. Y los botes salvavidas, para coronar el desastre, son muy pocos. Y el mar, con sus olas gigantes, no deja casi margen para las maniobras.

El “timonel” en su desesperación cambia, a cada rato, a su equipo de mando y las secciones operativas. O mejor hace enroques para aparentar que está evitando el hundimiento definitivo del barco. Ni siquiera el avezado “comandante” de siete mares de la Habana le señala el rumbo de la salvación. Sólo le manda mensajes de que no se rinda, porque él también tiene mucho que perder en su aureola de prestigio, al diseñar el proyecto del barco y, porque dejaría de recibir los beneficios compartidos de los botines que amasaron en sus actos de piratería por el mundo.

El “pirata” mayor cuando se dirige a la tripulación y pasajeros nunca ha reconocido su culpabilidad de ese desastre del naufragio. Culpa a una supuesta “guerra” contra él y su barco. Y para despertar esperanzas en la población de la nave se atreve a dictar normas severas de ajustes en la administración económica de los escasos recursos que todavía quedan y repite la aplicación maquillada de viejas recetas del fracasado modelo comunista, de migajas para la prole y prebendas para la élite de la tripulación, para tratar de prolongar la agonía del naufragio. No acepta, este capitán “pata de palo” el viejo proverbio chino: “si no cambias de dirección, acabarás en el lugar exacto al que te diriges”. Se aferra al dogma de los viejos paradigmas.

Quizás como Gandhi, los venezolanos para salvarnos del naufragio, debemos atraer la atención del mundo sobre la situación de Venezuela, exponiendo la dramática verdad, sin engañifas de ninguna especie. Pero también asumiendo el compromiso de una voluntad férrea para el cambio y de abierto desafío irreverente al paradigma que nos quiere imponer el “pirata mayor” “pata de palo” y su combo de ineptos y corruptos. La sumisión no nos hará libre de esta especie de holocausto nacional. Esa fue la gran lección de Gandhi de actuar pacíficamente, pero con determinación para conquistar la liberación de las cadenas que nos oprimen y obligan al naufragio.

La vigente Constitución Nacional nos ofrece caminos ajustados al derecho, a los principios democráticos y la vía pacífica para salvarnos de esta dirección equivocada del “naufragio”. Quién le pone el cascabel al gato es uno de los grandes dilemas. Estamos obligados a actuar colectivamente para ponérsela todos, porque los mesías políticos nos han echado la gran vaina… ¡Vamos a decidirnos!

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