lunes, 6 de enero de 2014

¿LA BORRASCA COLECTIVA SERÁ PERMANENTE?

Para nadie es un secreto ese señalamiento universal de que los venezolanos vivimos en un bonche permanente, una borrasca colectiva que, al parecer nunca termina a lo largo de cualquier mes o semana durante cualquier año del calendario convencional. Terminó Diciembre y en los primeros días del mes de enero se escucha el primer grito de carnaval, luego semana santa, días feriados por fechas “patrias”, semana del educador del profesor universitario, día de la madre, del padre, del niño y pare usted de contar. No se trata de una crítica santurrona, porque lejos estoy de eso. No escapo a esos nubarrones culturales del ser nacional.

Pero,tampoco podemos aceptar los extremos de que no nos importe el país. Ese es otro cantar. Más aún sí sabemos cómo nos dirigen, a través de esa élite de poder marioneta de Miraflores, desde la Habana de los Castro. El compromiso por la liberación nacional nos emplaza a revisarnos ante esas borrascas permanentes, que nos amenazan a ser libres e impedidos de conquistar un país democrático, creativo, próspero y de bienestar colectivo para todos. Parafraseando a un proverbio chino: si no cambiamos de dirección, acabaremos en el lugar exacto al que quieren los déspotas del Proyecto Cubavenezuela.

Y la otra realidad del desastre nacional esta ahí inexorable, cuya repetición en los discursos críticos ya suena fastidioso, pero es la realidad y no hay otra: una espiral inflacionaria y una situación de carestía de productos y servicios básicos que ruedan libres cómo la lava de los volcanes en erupción. El valor de la moneda nacional se hizo añicos y los salarios de los trabajadores devaluados lo acompañan en la rodada. Los crímenes de ciudadanos por la acción del hampa o los cuerpos policiales desbordaron las cifras rojas de las estadísticas nacionales e internacionales. Las mafias de enchufados con el poder omnímodo del Estado pulverizaron la ética y la decencia pública, con los robos descarados al tesoro nacional. La impunidad ante los hechos de corrupción es la norma y ya forma parte de la cultura oficial. Las promesas incumplidas, la simboliza el Jesse rojo rojito de acabar con los apagones eléctricos en poco tiempo y, Venezuela sufre hoy casi una oscurana infernal. Y un largo etcétera de calamidades sociales se pierde en el infinito, al lado de la construcción de una especie de “apartheid” para discriminar a los que pensamos distintos a los privilegiados del régimen.

Esos indicadores anteriores muestran con diafanidad la incompetencia absoluta del Estado Centralista y militarista para afrontar la gravedad de los problemas planteados. El Modelo del “socialismo real” a la imagen y semejanza del régimen cubano no da señales de vida, y muy por el contrario, es la muerte anunciada de la productividad y ética de trabajo, de la propiedad privada y de la inteligencia creativa, conocimientos, tecnología y ciencia para generar riqueza colectiva y verdadera justicia social.

O cómo diría Pablo Neruda, en uno de sus tantos poemas: “La guerra con sus zapatos de sangre, /o bien el día y la noche de la espiga”. Es nuestro dilema existencial. ¡Tú decides!



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