miércoles, 4 de abril de 2012

¿AGONIZA EL AMOR POR EL PAÍS?

Quizás a los venezolanos nos haga falta reflexionar sobre muchas cosas, pero especialmente por aquellas cuestiones que se han convertido en auténticos obstáculos, tormentos y nos impiden avanzar hacia etapas superiores civilizatorios en el plano de la convivencia y paz social, tranquilidad ciudadana, bienestar y progreso superando a la pobreza estructural; trascender en el campo del conocimiento y desarrollo tecnológico; que impere la justicia y Estado de derecho, libertades y ejercicio pleno de la democracia auténtica; ética, valores y principio; y sobretodo amor por el país.

Sólo que, nada de lo anterior será posible, sino revisamos a fondo hasta dónde llega ese supuesto amor que decimos le profesamos al país o sí éste es realmente sincero. O cómo aprovechamos las enseñanzas bíblicas en relación al amor verdadero, cuando ese Jesucristo hecho Dios, en aquel acontecimiento irreverente con la Magdalena de los pecados, con su dialéctica testimonial impregnada de sabiduría; dejaba en entredicho a uno de sus apóstoles: -¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me distes agua en los pies; mas ella lo ha regado con sus lágrimas y los ha enjugado con sus cabellos. No me distes el oráculo: pero ella desde que entré, no ha cesado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con óleo, pero ella ha ungido mis pies con ungüento. Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho (Lucas)

Esa lección del hijo de Dios nos convida a mirar a la Venezuela de nuestra existencia y de nuestros sueños, no sólo con los lentes de la “racionalidad”; sino a detenernos a analizar qué está pasando en nuestras interioridades, del lado de las emociones, motivación, voluntad, pasión y amor que decimos sentir por nuestro país; porque podríamos estar cometiendo los mismos pecados de los apóstoles de Jesús, que miraban a la Magdalena como la prostituta de los pecados; pero jamás hurgaron en los sublimes sentimientos que frotaban de su alma y de su corazón, demostrada en aquella cercanía temporal con el Cristo redentor.

O será que nos falta impregnarnos de ese espíritu trascendente de “Don Quijote de la Mancha” para enfrentar las injusticias, donde su esfuerzo supremo y motivación infinita lo llevó a luchar hasta contra los “molinos de vientos”. O mejor, en nuestro caso, contra los muros de la autocracia, que hacen del desamor por el país su esencia, aunque con los disfraces de “caballeros andantes” pretendan presentarse como los “justicieros”, en una copia al revés de los sueños fantásticos, genuinos de amor, de ese Quijote inmortal, escrito por el español Miguel de Cervantes, hace ya más de 400 años.

El amor siempre derrota a las mentiras, como le pasó al “Honorio” de Miguel Otero Silva, personaje de su conocida novela, “La Muerte de Honorio”, quién pensó engañar a sus compañeros de infortunio en la lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Y al final, aceptó aquella realidad de gloria, cuando: “En la calle se extendía La huelga general como las aguas de una inundación, estallaba la rebelión en las ciudades…las mujeres tremolaban banderas, se tambaleaba la dictadura”. ¡Necesitamos pues, bañarnos del auténtico amor por el país; sí realmente queremos un cambio sustancial del rumbo de la nación!


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