sábado, 7 de abril de 2012

SOMBRAS EN LA CUNA DEL GRAN MARISCAL

Todavía con el pasar de los años, labrados con los pinceles de las escrituras de los historiadores, en los debates académicos y políticos o, en las tertulias de ocasión de los lugareños sucrenses; las sombras de Berruecos permanecen casi inalterables por las dudas suscitadas en relación al asesinato monstruoso del Gran Mariscal de Ayacucho.

Pero esas sombras con hondos, medianos o pequeños matices que podamos hallar escudriñando tantos hechos o episodios ocurridos a través de la historia; nos desliza a que, después de 182 años, la tierra que lo vio nacer; permanezca en el abandono y la desidia; de apagones en apagones; al símil de las sombras de Berruecos, por las acomodaticias explicaciones de los dizque “patriotas” gobernantes de turno del “saboteo” o; por lo obvio a la luz pública, por la falta de mantenimiento de los equipos , cableados y surtidores que nutren el sistema eléctrico local.

Cuando escribo este artículo, ya habían sobrepasado una treintena de horas en que la penumbra de las noches y la paralización de la energía eléctrica en una porción importante (25%) de hogares, comercios, instituciones, empresas, hoteles, semáforos y centros médico-asistenciales; dislocaba a la ciudad de Cumaná que, aparte de los residentes nativos, recibía en su lecho a miles y miles de temporadistas, que intentaban pasar unos días de descanso en esta región turística por excelencia, provenientes de diversas regiones de la país.

No se trata, por supuesto con estos apagones, de un caso de excepción en esta atribulada Venezuela, agobiada por problemas graves de toda índole, incluyendo las graves fallas en el sistema eléctrico nacional. Pero valga la disquisición ante un hecho que, ha conmovido a los cumaneses, por lo prolongado de esta última interrupción y por cinismo oficial en el tratamiento de la situación, cuya solución –dice la vocería oficial- estaría en manos de técnicos brasileños, cuyo traslado a la zona no podría ocurrir de la noche a la mañana.

Pero las sombras del desconcierto se acrecientan más, porque en esta Venezuela de hoy, regida por el poder absoluto de un hombre, cualquier decisión por grande o menuda que sea, debe contar con su aprobación; en el contexto de que gobernaciones y alcaldías pasaron a convertirse en simples “jarrones chinos”. O peor aún, en un escenario extraordinariamente incierto, donde el mandamás de Miraflores, ante sus graves problemas de salud, está consustancialmente ocupado en velar sólo por su propia vida.

No obstante, a este pueblo de los sufrimientos sociales, le corresponde romper muros, para que aflore con pasión desbordada ese espíritu rebelde del Gran Mariscal Sucre.

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