miércoles, 11 de abril de 2012

“CARAMELOS DE CIANURO ROJITOS” EN MATERIA LABORAL

Como parte de los elementos estratégicos para aprobar la nueva Ley del Trabajo y disminuir la posible resistencia de la masa laboral organizada, el caudillo de Miraflores y su élite incondicional; lanzó los “caramelitos”, pero con “cianuro”, de atender el problema de las prestaciones sociales, compensar la disminución del salario real de los trabajadores y brindar la ilusión de reestructuración en serio de las empresas básicas de Guyana, hoy quebradas totalmente.

Con el tema de las Prestaciones Sociales, cuyo “descuido” devoró el tiempo real de los “socialistas revolucionarios”, en los 13 años en el ejercicio del poder en Venezuela; con el uso descarado de la demagogia y la engañifa de supuestos pagos que jamás llegaron a las manos de los trabajadores. Hoy encuentran la panacea temporal o mejor una nueva ilusión con un bono, que se convertiría en cancelación de esta deuda social, al supuestamente canjearla ante terceros. Pero que, escudriñando, es una “deuda adornadita”, porque el beneficiario no recibe en concreto el producto financiero de su trabajo por años con el patrono-Estado o, de lograr por vía de excepción canjearla, sería con un 30% menos a su valor total. Amén del Fondo anunciado para represar las prestaciones sociales que sería administrado por el Estado, es como concederle a los zamuros que cuiden la carne, porque las experiencias están a la vista de todos: los fondos de las prestaciones sociales de los trabajadores de PDVSA todavía no se sabe cómo las recuperarán, ante los hechos de corrupción con éstas de quiénes serían sus administradores.

El mísero aumento anunciado del salario mínimo por Chávez (entiéndase compensación) del 32%, a cancelar por fracciones (15% a partir de mayo y el otro 17% a partir de septiembre, 2012); no compensa siquiera al índice inflacionario que ronda el 40%, ni tampoco se asemeja a lo recibido por las Fuerzas Armadas que fue de un 100%, es decir los trabajadores recibirían un 68% menos que los militares. Este factor inflacionario, sumado al desempleo que reina en el país, estimulado por las expropiaciones e intervenciones de fincas productoras, empresas y comercios; es el detonante de una grave recesión que agobia al país, pero que ilusamente se tapa con medidas clientelares partidistas y dádivas de la vergüenza del excesivo paternalismo de Estado.

Como corolario, el emporio industrial de Guayana, con sus empresas básicas, que suma la mayor cantidad del proletariado del país está quebrado por la ineficiencia y la corrupción roja-rojita (recordar las mafias de las cabillas y los altos funcionarios del gobierno involucrados). Por cierto, el descontento de esta gran masa laboral, que casi todos los días toma los portones de esas empresas o las calles de Venezuela, es porque no les pagan las prestaciones sociales, tampoco respetan sus derechos contractuales y hasta los salarios “chimbos” los cobran con retraso e incompletos. ¡La clase trabajadora venezolana no va al paraíso; al contrario, va rumbo al infierno rojo-rojito ¡A despertar! ¡A luchar! ¡A vencer!

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