lunes, 4 de junio de 2012

CONTRACULTURA DE LA CONVIVENCIA

Quizás tenga razón el nobel de la literatura Gabriel García Márquez, cuando estimuló la reflexión en profundidad a uno de sus tantos personajes novelescos, al decir: “la sabiduría nos llega cuando estamos viejos, cuando ya no nos sirve para nada”. Porque, al parecer, son muy pocos los consejos, orientaciones y las propias reflexiones sobre las vivencias de la vida madura, que llegan a ser escuchadas por las nuevas generaciones o peor aún por aquellos que han dejado pasar los años de su vida, sin llegar a responderse el por qué, por ejemplo, el clima de intolerancia, irrespeto y violencia que sacude al país en la actualidad y cuáles son las enseñanzas para minimizarlo o enfrentarlo.

En imaginario, uno se ve en compañía de “Don Quijote de la Mancha”, para enfrentar esos escollos en los camino de la vida, a esos “gigantes” de los “molinos de viento”, que se atraviesan y que requieren ser eliminados de la faz de la tierra; aún cuando las batallas a emprender sean “fieras y desiguales”. Y ahí su grito de guerra:-¡Nom fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete!

Con Sancho Panza, el fiel compañero de aventuras de Don Quijote, volvemos a la realidad de la vida, quien nos hace ver al hombre de carne y hueso, el de los múltiples defectos, pero con el sello invalorable de la sensatez, integridad y la honradez; al símil, guardando las distancias históricas y socio-culturales, de los ancianos de las distintas etnias indígenas, que con su prédica y ejemplo, han direccionado un liderazgo de arraigo por milenios; en esas batallas ancestrales por la vida comunitaria en armonía, amor y convivencia social; en defensa de sus territorios, culturas, valores, idiomas, cosmovisión, estructuras socio-productivas y civilizaciones específicas.

En las “sociedades occidentales” como la nuestra, las hazañas quijotescas se hacen imprescindibles; los “molinos de vientos” sí son verdaderos gigantes; es la “contracultura de la convivencia”, esa que pulveriza los lazos del amor, la amistad y la solidaridad; dando paso a esas tensas relaciones sociales, en muchísimos casos con el agregado de la violencia, que permite que aparezca en muchos seres humanos, en toda su magnitud y crueldad esa explosión súbita del “inconsciente animal”, de la que nos habla la teoría del Psicoanálisis de Sigmund Freud.

Así mismo, con la atipicidad del modelo socio-político dominante en el país, las tareas del rescate de la convivencia ciudadana, son mucho más titánicas; que convocan a un sin número de Quijotes, porque se trata de consensuar un Proyecto Nacional de República, donde los ciudadanos se reconozcan unos a otros, con garantías del respeto social y derechos constitucionales, con ejercicios permanentes de hermandad y democratización del poder y las decisiones fundamentales; generadoras de bienestar, justicia, igualdad, superación, progreso civilizatorio y humano.

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