jueves, 28 de junio de 2012

“GUERRA SOCIAL” EN VENEZUELA

Nadie puede negar que ante el crecimiento exponencial de la violencia en inseguridad en el país, lo que en el fondo está ocurriendo es la erupción incontenible del volcán destructor de una verdadera “guerra social” cuyo fin aparece lejos en el horizonte; si no se toman los “toros por los cachos” en el ejercicio de un genuino control social ante las conductas delictuales y demoniacas de individuos, grupos irregulares y mafias que tomaron al estado y la sociedad por asalto, ante la mirada complaciente e indiferente de la “élite rojita” que gobierna, para usufructuar y eternizarse en el poder por el poder mismo.

Así mismo, continúa fortaleciéndose ante el asombro del mundo, por aquello de la propaganda mediática de la “revolución bonita”, una auténtica “matazón” entre los supuestos sujetos sociales del dizque “cambio revolucionario”; cuando en las páginas rojas de la prensa nacional, aparece con mucha frecuencia que sindicalistas son acribillados a balazos en cualquier calle del país, por disputas a muerte entre mafias sindicales por cupos de empleos de la construcción o del área petrolera, por ejemplo.

La industria de la muerte no sólo aparece en la cotidianidad de los barrios y urbanizaciones de las grandes ciudades; sino también ya se refleja con toda su crueldad en pueblos y comunidades modestas del interior del país; es decir la “guerra social” desatada se anidó en cada rincón de la República e hizo añicos la teoría chavecista de que, con el proceso “socialista de justicia e igualdad” adelantado por ellos, disminuyeron las brechas de las desigualdades sociales y pobreza estructural, producto del “malvado capitalismo imperial”, “causante per se de la violencia e inseguridad”.

Pero esa contradicción de fondo de los amos del poder autocrático en Venezuela, no sólo es por lo dicho; por igual se expresa en las posturas insolentes de firmar convenios y más convenios para comprar armas, “chatarra militar”, a distintos países, por más de 15 mil millones de dólares hasta ahora, en los preparativos de una supuesta “guerra anti-imperial”. O lograr consensos políticos para una Ley de Desarme; cuando en verdad, aparte de las debilidades de formación, ética y equipamiento adecuado de las policías del país, se apunta en contracorriente para enfrentar esa “guerra social” que nos despoja del derecho a la vida y de la tranquilidad ciudadana.

No podemos aceptar que sigamos cargando con nuestros muertos que nos deja esa profunda estela de la “guerra social” desatada. Hay que asumir una postura diferente que, parafraseando a Galeano y a los Zapatistas de México, significa ganar el derecho a la alegría y a la felicidad, pero para ello hay que pelear hasta con nuestros propios miedos, pelear por la vida por la gente y junto a la gente. No podemos seguir aceptando que por trabajar nos maten, que por querer vivir nos maten.

Hay que luchar sí contra la barbarie no sólo de los ejecutores de la muerte; sino también por la ruptura global con los administradores del poder en Venezuela, que se quedaron ciegos a propósito para no mirar la realidad de ser los principales responsables del desastre de esta “guerra social”. Por eso termino estas reflexiones con palabras prestadas de José Saramago: “quien mira por encima, quien mira hacia otro lado o quien cierra los ojos, es como mínimo, cómplice de lo que sucede”. ¡Basta ya!


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