domingo, 6 de abril de 2014

¡CONTROL DICTATORIAL PARA ESCLAVIZARNOS!

No es un invento “siniestro” del “imperio” o de la disidencia, la opinión generalizada de los venezolanos de considerar a la “escasez” como el principal problema que padecen, dejando a la “inseguridad” en segundo plano y seguidamente por orden estadístico descendente el “alto costo de la vida”, “desempleo” e “inestabilidad política”; sí nos atenemos a los resultados de la última encuesta realizada por IVAD en el país. O también el rechazo de los nacionales (55%) al uso de la “tarjeta de racionamiento”. O de que una mayoría sustancial de coterráneos (72%) opinen claramente de que Venezuela vive una auténtica “crisis económica”. Y concluyendo en sus opiniones mayoritarias de que, la gestión de Maduro genera “poca confianza” (66%) o “negativa” (57%). El pichón de tirano pues en creciente rodada, sin barricadas de uniformados verdes o no, que se lo impidan. La represión desatada, con bestialidad fascista, es la máscara para esconder la desnudez del fracaso del modelo de Estado y sociedad totalitario procubano.

Es una verdad como del tamaño del cielo, de que toda sociedad requiere de un “orden” para la necesaria convivencia humana, de reglas constitucionales y leyes para regular las conductas de los miembros de una determinada sociedad. Pero, en las sociedades democráticas, deben existir poderes públicos de contrapeso, para impedir que, por ejemplo, el Poder ejecutivo, imponga decisiones injustas y aplaste por razones ideopolíticas los derechos de los ciudadanos. O más aún, utilice mecanismos y procedimientos cuestionables para ejercer un dominio absoluto sobre la conducta de los miembros, porque entonces, dejaría de ser democrática: ¡nace el totalitarismo! Y éste último se reflejaría en todas las áreas de la estructura social: en lo económico, político, social, institucional, militar y mediático.

Con Chávez nace el neototalitarismo a lo cubano. Maduro ha intentado reforzarlo, pero con muchos altibajos, porque su capacidad de liderazgo y la crisis nacional actual le ha impedido conquistar metas de avance. Y porque ha sido demasiado torpe en el uso de la brutalidad represiva para darle un poco de luz al mamotreto del paradigma del “Socialismo del Siglo XXI”. O porque sin siquiera contar con el consenso de sus partidarios ha dado rienda suelta a políticas económicas destructoras de la poca calidad de vida de los nacionales (escasez, devaluaciones, hiperinflación, endeudamiento grotesco, quiebra de empresas productivas y comercios; dependencia de importaciones, desempleo y deterioro grave del salario de los trabajadores). Maduro se ha cansado de meterles autogoles a su propio desgobierno. Por ello los instrumentos de control de su tiranía agonizan, ante el empuje de las protestas sociales que claman por libertad, democracia y un cambio radical del status quo.

En su desesperación por no caer tan rápido al precipicio del fin, los “gobierneros” “cubanoides” de Maduro, tratan de alejar la agonía con la fulana “tarjeta de racionamiento de alimentos”, la Ley de Comunas o la represión fascista para tratar de infundir terror, miedo y desmovilizar a los “indignados” de Venezuela. Todos esos instrumentos de control social fueron diseñados en Cuba con el propósito de quebrar la rebeldía democrática que subyace en alma nacional. Quizás aparezcan otros, pero será imposible apagar el incendio en la pradera que ya huele a libertad y a un destino mejor. Esta pesadilla de ignominia será borrada por este pueblo heroico, con ese espíritu indomable de ansias de cambio transformador. Y abrazados de la poesía de Neruda gritaremos: “¡Mienten los que dijeron que yo perdí la luna,/los que profetizaron mi porvenir de arena,/aseveraron tantas cosas con lenguas frías:/quisieron prohibir la flor del universo/”


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