domingo, 1 de junio de 2014

¿CONDUCIDOS AL BARRANCO, AL SUICIDIO COLECTIVO?

No se necesita mucho esfuerzo de razonamiento lógico para entender que las cosas no están bien en Venezuela, que algo muy grave está ocurriendo ante la mirada indiferente de muchas personas, aunque la mayoría opina, 8 de cada 10 venezolanos (“rojitos” y no “rojitos”), que la “cosa está mal”; expresando su descontento ante la escasez de productos, el alza irrefrenable de los precios de las mercancías de todo tipo y la espantosa inseguridad, según los últimos sondeos de opinión nacional serios. Y desde el desgobierno de Maduro y acólitos no existe mensaje alguno de rectificación en la conducción de la gestión gubernamental y, menos aún en cambiar radicalmente el modelo económico-político fracasado pro cubano. La repetitiva y fastidiosa olla del “magnicidio” o la represión criminal inaceptable contra estudiantes y disidentes es lo único que se les ha ocurrido para, una vez más, tratar de distraer la atención nacional e internacional de la gravedad de los problemas señalados, que ocurren en suelo patrio.

La lección de la otrora Asamblea Constituyente y el consenso político democrático logrado (con amplios sectores sociales y políticos) para poner en vigencia a la actual Constitución Nacional, la tiraron al cesto de la basura los “Castro-chavo-madurista”, anteponiéndole ahora, la concepción autoritaria y represiva en el ejercicio del poder. Por eso, la cacareada tesis constitucional de la “democracia participativa y protagónica” la lanzaron –hace tiempo- al precipicio de los recuerdos. Y el “soberano”, es en el presente, un convidado de piedra para participar de desfiles y comparsas en honor al “Comandante Supremo” o, de su heredero “ilegítimo”, a quién él designo (con el aval de los Castro) a dedo para que lo sustituyera en Miraflores y cumpliera la “gloriosa” y “épica” labor de construcción de la gran farsa del “Socialismo del Siglo XXI”.

Por definición y experiencias históricas es sabido que las dictaduras no dialogan y las mentiras, manipulaciones y acciones teatrales en esta dirección, son simples eslabones circenses en su larga cadena historial para engañar incautos y mantenerse en el poder a “sangre y fuego” por sécula seculórum. Pero la realidad económica y socio-política es obstinada y -por ello- cayeron tantas “cucarachas totalitarias” aplastadas por las masas populares cansadas de tanta ignominia criminal (Hitler, Mussolini, Pinochet, Videla, Gaddafi, Mahmoud Ahmadinejad…). En cambio, los que se aferran a los principios democráticos y a las normas de convivencia humana, están en capacidad de aceptar pensamientos distintos, ganarse la credibilidad de “tirios y troyanos” para emprender así grandes hazañas de progreso y bienestar, que beneficien a todos los miembros de una determinada sociedad (Mandela, por ejemplo).

Son muchos los años perdidos con este paradigma predominante del totalitarismo de Estado procubano en Venezuela. Hay una clara intención de la élite de poder de Miraflores de conducirnos hacia una especie de “suicidio colectivo”, de perder y perder en todos los órdenes de la vida nacional. Están sedientos de poder y la ambición personal y grupal nos lleva directo a todos al despeñadero. La sola idea de presentar cuentas a la justicia los mantiene enceguecidos o, mejor enloquecidos. Con las armas de la muerte se mantienen por encima de la ley y la razón. Pero las protestas cívicas de miles y miles de nacionales en la calle, también les señalan que su tiempo político está feneciendo. O mejor como lo dice la poesía sabia de Neruda: “Y así se teje y desteje su red celeste el día/con tiempo, sal, susurros, crecimientos, caminos, / una mujer, un hombre, y el invierno en la tierra”.

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