domingo, 9 de noviembre de 2014

¡CASTAS DE PODER DE ESPALDAS AL PUEBLO!

Marx se retuerce en la tumba al “visualizar” desde el más allá los retorcidos rumbos de sus supuestos discípulos con el cacareado y falso “Socialismo del Siglo XXI”, que ni siquiera a “Capitalismo de Estado” ha llegado, sí nos atenemos a la sentencia del intelectual proveniente de sus propias filas, el fallecido Rigoberto Lanz o, del mismísimo creador del concepto, el Sociólogo de origen alemán, Heinz Dieterich. A los dos, sí escudriñamos sus posturas teóricas, les aterraba el “estatismo socialista”, a lo cual anteponían el dizque el “socialismo democrático”, el de la “participación protagónica de los ciudadanos” en la toma de decisiones y el ejercicio permanente del “pensamiento crítico”. Sólo que, a Chávez y a su heredero Maduro, siguiendo el guión de los Castro de la Habana, optaron por el “estatismo militarista”, el de la formación de “castas de poder” para amasar capitales y privilegios, en desmedro de las mayorías nacionales, del “perraje” con sus calamidades sociales y el sufrimiento humano cotidiano; pues.

Así las “castas de poder” se alinean a connotados personajes de ese mundillo de las “mil y una noches” y del botín proveniente de la riqueza petrolera, llámense los Merentes, Ramírez, Jaua, Flores, Maduro, “Diosgallo”, JVR y a otras de menor relevancia. Cada grupo de poder, mantiene un intrincado mundo de relaciones sociales con sectores empresariales, comerciales, militares, institucionales y de grupos de influencia en el seno del Psuv. El “trio de oro” de poder (Gobierno, aparato de Estado y PSUV), a su vez, entiende su red de influencia hacia todo la red institucional (instituciones, empresas del Estado, bancos estatales…) y hasta el denominado poder comunal (Consejos Comunales) y la multiplicidad de redes comunitarias organizadas (armadas o no) “colectivos”, “salas de batallas”, “patrullas”, “pranes” y; pare usted de contar. El concepto corporativo rojo rojito, a su vez, funciona con todo ese andamiaje sociomediático (tv, emisoras, periódicos de control estatal), un muro discriminatorio hacia los disidentes (apartheid) y en ese andamiaje de velo de misterios de santerías y babalaos “cubanoides”. Amén del concurso de las mafias de la construcción, negocios de importaciones, dólares, armas, medicinas, alimentos, electrodomésticos, vehículos…

El sufrimiento de los condenados de la tierra es aterrador, sólo basta ponerse en su lugar, haciendo gigantescas colas, desde la madrugada, y luego bajo el inclemente sol, con sus niños a cuesta, en los centros de comercialización de alimentos. O ruleteando de farmacia en farmacia para conseguir las medicinas de la escasez y de la vida. O de una centro asistencial a otro, para lograr ser atendidos, en ese derecho constitucional a la salud. O del campesino o productor agropecuario que clama por insumos, abandono del Estado o precios justos a sus productos, ante una mafia de enchufados que sólo piensan en su propio beneficio. O de los trabajadores agobiados al extremo por los precios de los productos y el deterioro abismal del salario. O de los miles de empresarios y comerciantes (grandes, medianos y pequeños) que han sido expropiados o han tenido que cerrar las “santamarias” ante la falta de inventarios o por el mismísimo acoso estatal. El drama es infernal y colectivo. Verbigracia el bajón de los precios petroleros, el endeudamiento sideral ante China, la quiebra del aparato productivo nacional y la falta de dólares por el derroche saudita y las corruptelas de toda índole.

Por eso, este mundano se vuelve a refugiar en la poesía del inmortal Neruda: “pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres/El temporal arremolina hojas oscuras./ y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo/”

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