sábado, 17 de octubre de 2015

¿DESCONTENTO SERÁ TSUNAMI ELECTORAL OPOSITOR?

El Chávez fallecido y su heredero Maduro, son cuestionados hoy por las mayorías nacionales, porque hicieron todo lo contrario de lo que prometieron: cambiar la historia con un proceso transformador (Revolución Bolivariana) en materia económica, social, política, cultural y moral; que generara justicia, igualdad, felicidad y bienestar para todos los nacionales. Y transcurridos 16 años, lo cierto es que los cambios fueron “gatopardianos”: cambiaron todo y no cambiaron nada. O mejor cambiaron todo para atrás, hacia un verdadero retroceso histórico. El país para desdicha de los eternos “condenados de la tierra”, en la actualidad, está en peores condiciones de calidad de vida que a finales de 1998. La “nueva historia” que prometieron es la “anti-historia” en las materias señaladas, para vergüenza de los venezolanos ante propios y extraños.

El contenido del texto constitucional de Venezuela, que elogiaba el caudillo barinés, como una de los mejores del mundo, en el presente es letra muerta, adónde bailan joropo los boliburgueses, los corruptos, los narcosoles, los malandros y los grandes enchufados rojo rojitos. La cacareada participación del pueblo en la gestión quedó reducida al cascarón vacío del totalitarismo de Estado y al rancio sectarismo ideo-político “comunistoide”. La mayoría de los alabados Consejos Comunales de la “participación ciudadana revolucionaria”, fueron convertidos en “floreros chinos” para amenizar los actos politiqueros de los grandes jerarcas de poder o, para hacer con las migajas que fluyen casualmente del erario nacional, uno que otra insignificante obra de cualquier barriada popular o caserío rural.

Las “misiones sociales” que al principio de la gestión chavista fueron vistas con simpatía popular, se han venido estruendosamente a menos por su grave deterioro en su capacidad dar repuestas a la creciente demanda de soluciones del sufrido soberano. Amén de que los grandes recursos financieros provenientes de la inmensa riqueza petrolera son priorizados para satisfacer la voracidad de las corruptelas, el derroche suntuoso, el clientelismo del Psuv, la regaladera al régimen dictatorial “castrista” o la compra de “chatarra militar” a Rusia o a China. Por eso las “misiones sociales” de alimentos, salud, educación, vivienda o generación de empleos, son el retrato fiel del desierto de Sahara o de montañas de escombros “de lo que pudo haber sido y no fue” (como dice la letra de una vieja canción popular). Los nacionales ahora comen menos (cuándo consiguen alimentos) y son cada día más los casos de ciudadanos que mueren en las puertas de un hospital o en su propio hogar, ante la falta de medicamentos, equipos e insumos para atender sus requerimientos de salud.

Por eso el descontento social fluye como el agua cristalina de manantiales en cada rincón del país, en la búsqueda de nuevos horizontes, adónde realmente los derechos humanos de los venezolanos sean respetados, que el sol de la libertad no tenga los atajos del oscurantismo y la tiranía criminal y, que la democracia como modelo socio-político nunca más sea contenida por los cantos de sirena de utopías trasnochadas, que cercenan el trabajo productivo y la creatividad ilimitada de lucha por un mundo mejor de progreso, justicia y bienestar para todos. ¡Hay que convertir el descontento social en un tsunami de votos disidentes este próximo 6D! ¡Dudar es perdernos! ¡Democracia o dictadura!


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