lunes, 25 de enero de 2016

¡HAMBRUNA A LA VUELTA DE LA ESQUINA!

No es una fantasía, ni mucho menos retórica vacía, la amenaza real de posibles estallidos sociales en esta Venezuela del drama humano más espantoso que se haya conocido en toda su historia. Son millones de personas que andan como zombis, de un lado a otro, buscando con desespero los alimentos y en menor medida las medicinas para tratar de sobrevivir. Mientras ya fatigados por pasar horas interminables en una cola por la escasez, regresan al hogar, rodeados de aquel entorno angustiante de vida miserable y desesperanza. Pero también, viéndoles de cerca el rostro por el sufrimiento, uno llega a la conclusión que hay una mezcla preocupante de impotencia, temor e incertidumbre por la amenaza de hambre en la familia y de ira contra los amos del poder, responsables del infierno en que se encuentran.

Sí años atrás la palabra, el concepto o la trampa mediática ideológica sobre “revolución” adormecieron a las mayorías nacionales con la promesa del “mar de la felicidad”, el crecimiento de la pobreza y la hoy amenaza real de hambre, se han encargado de ponerles los pies sobre la tierra. Y el clamor nacional se escucha en toda la geografía del país: ¿de qué revolución hablan?, porque el sentimiento general está asociado a un vil engaño, a una farsa sin precedentes, en el cual todo lo cambiaron, pero nada cambiaron. Por eso las injusticias, la desigualdad y las iniquidades sociales siguen reinando en el país, en una especie de conjura diabólica, que ha conducido a todos hacia el abismo, al precipicio del no retorno; al hambre que ya cruje en el estómago de los que nada tienen.

¿Quién puede dudar de la existencia de hambre en Venezuela?, sólo algunos desinformados, minorías privilegiadas o dogmáticos en el plano ideológico y defensores incondicionales de la tiranía, podrían negar tal realidad. Sí; a la vista del mundo nacional e internacional la escasez de alimentos, que afecta a los nacionales ronda en muchos rubros básicos hasta el 80%, con posibilidades de aumentar este año 2016 (amén de los altos precios). Son millones de venezolanos que se acuestan sin probar alimentos. Miles de niños, adultos y ancianos viven en las calles, hurgando en la basura o mendigando un mendrugo de pan. La hambruna ya no son prosas imaginarias de la literatura universal, porque en Venezuela ha habido un deslave social para situarse entre los países del planeta con las peores cifras rojas de vida miserable.

La cohabitación entre desgobierno rojo rojito y la oposición, que muchos proponen para salir de esta terrible crisis nacional, encuentra el muro infranqueable de los dos modelos de Estado y sociedad en juego por el poder (democracia y dictadura). Con la añadidura positiva de que una mayoría nacional votó a favor del cambio (por la democracia) este pasado 6D. La renuncia de Maduro, ante el desastre de su gestión y modelo totalitario impuesto, podría destrancar el presente y cerrado cuadro ideo-político de los actores enfrentados. Y el flagelo del hambre encontraría un desagüe apropiado para su freno a corto y mediano plazo, para bien del colectivo y las futuras generaciones. ¿Quién le pone el cascabel al gato?


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