miércoles, 6 de enero de 2016

LA AGONÍA DE LA TIRANÍA

El parapeto dictatorial monstruoso montado por el fallecido “Comandante Intergaláctico” y su hoy heredero fracasado de Miraflores, está sin duda llegando a su fin, porque todo se ha venido derrumbando como un castillo de naipes. Salvo -una que otro pataleo de agonía- del régimen que se niega a morir. Es así, como quedó para el museo de la historia las parafernalias rimbombantes de aquellos circos mediáticos de los famosos “Aló Presidente”, cuando el caudillo “militaroide” de Sabaneta anunciaba los famosos “ejes estratégicos” de su fantasiosa revolución, cuyos resultados son en el presente el hazmerreír del mundo.
El “eje político” para la construcción de la “democracia bolivariana”. La única dizque “democracia construida” fue para los boliburgueses, altos enchufados corruptos y narcosoles, quienes han hecho los que le ha dado la gana con el erario público, la riqueza petrolera y el lavado de dólares; fuentes inagotables de enriquecimiento ilícito y acumulación de capitales en bancos de Europa, EEUU y América Latina. Para el pueblo de a pie, clase media y burguesía nacional: represión, torturas, cárcel, hostigamiento y hasta asesinatos; una dictadura pues.

El “eje económico” (“modelo productivo”, “humanista”, “sustentable” y “diversificado”), sólo se quedó en el anuncio de la retórica vacía. Nunca se hizo realidad. Quebraron el aparato productivo nacional y se aferraron a las importaciones para los negocios oscuros y el latrocinio. La deshumanización es lo que ha privado: “pobreza crítica” de millones de nacionales que se ha incrementado aceleradamente, la escasez infernal de alimentos y medicinas, los altísimos precios de todos los productos y servicios y, el desempleo que mantiene en vilo la calidad de vida de los nacionales. Amén de las devaluaciones sucesivas de la moneda nacional, la carencia e incremento desmesurado del valor cambiario del dólar. El bajón de los precios del petróleo, deslave de las reservas monetarias, déficit abismal del crecimiento económico y el derrumbe estrepitoso del modelo económico totalitario “socialista” que jamás fue ni “sustentable”, ni “diversificado”.

El “eje social”. Ídem del “eje económico” con el añadido del aumento inimaginable de la injusticia social, con ese cuadro dramático y desgarrador de millones y millones de excluidos de cola en cola o, de un sistemático deambular diario para tratar de acceder a productos y servicios para la vida. La metas de reducción de la pobreza se invirtieron más bien hacia la sobrevivencia humana, peor que los dramas sociales de las guerras en Siria, Afganistán o Irak. A los trabajadores se les mantiene con salarios de hambre y apenas sobreviven.

El “eje territorial” para la supuesta “desconcentración del poder” y el “desarrollo equilibrado”. También se hizo todo lo contrario: se concentró el poder absoluto en manos del caudillo fallecido o del hoy pichón de caudillo de Miraflores (dependencia de todos los poderes públicos del poder ejecutivo, leyes habilitantes y demás yerbas del muestrario totalitario). Apareció con más fuerza el desequilibrio y el anti-desarrollo a lo largo y ancho del país. Y las regiones (incluyendo la región capital) hoy están menos desarrollada y con más desequilibrios de poder que nunca.

El “eje internacional” (“fortalecer la soberanía” y el “mundo pluripolar”). No somos un país soberano porque hoy somos un país dependiente políticamente de la tiranía castrista y en el plano económico de China y Rusia. El “antimperialismo gringo” y contra el mundo occidental ha sido la “hoja de parra” para entregar la soberanía nacional a los países mencionados (firmas a largo plazo de convenios leoninos y entreguistas). La retórica de la tiranía sobre la defensa a ultranza de la “soberanía nacional”, es para esconder sus graves delitos de lesa humanidad, con la violación descarada de los derechos humanos de los venezolanos.

Con el triunfo político-electoral del 6D, la oposición democrática abrió las compuertas para desmontar los monstruosos parapetos para-institucionales y contra la Constitución Nacional, que a lo largo de 17 años, ha cabalgado la ignominia del neofascismo castro-chavo-madurista ( o “Socialismo del Siglo XXI”). ¡La tiranía agoniza: debemos empujarla para que termine de morir!



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