jueves, 14 de enero de 2016

¡SIN ÉTICA POLÍTICA NO HABRÁ CAMBIO!

Cualquier nacional que revise un poco el contenido de la jerga mediática y profundo proceso de ideologización compulsiva en todas las instancias del Estado y la sociedad, a nombre de la “revolución bolivariana”, “Socialismo del Siglo XXI y toda la retahíla de categorías “marxistoides” y “cubano-castrista”; se podrá dar cuenta del coctel de “lavado de cerebro” a que ha estado sometido el pueblo venezolano por espacio de 17 años. Pero cómo ocurrió con todos los países satélites del denominado “socialismo real”, bajo el liderazgo de la Unión Soviética, toda esa parafernalia quedó reducida a polvo cósmico. Por una razón muy sencilla: absoluto divorcio entre el paradigma ideopolítico y la desastrosa realidad socio-económica de las mayorías nacionales. Y sobre todo, por el total desplome ético de la élite de poder “chavo-madurista” y enchufados incondicionales.

Así, casi a diario, la prensa nacional e internacional informa sobre escandalosos casos de corrupción y narco-lavado, donde están involucrados connotados personajes del mundo cívico-militar de la cuestionada y fracasada “revolución socialista bolivariana”. Cuestión que, por cierto, las castas de poder rojo rojito, mantienen silencio sepulcral o lo despachan con la simple excusa de que eso es por la “obra maléfica” de los “apátridas” o de la “burguesía pitiyanqui” para desacreditarlos. No obstante, hay testimonios irrefutables de la acumulación desmedida de capitales financieros y bienes suntuosos de toda laya en tierra venezolana y en el exterior (Europa, EEUU y América Latina) en manos de los hoy llamados “boliburgueses” y de los “narcosoles”, por ejemplo. Los pregonados códigos morales dizque consustanciados con la ideología revolucionaria, se han pulverizado con la realidad y la verdad de la praxis social corrupta de los protagonistas de esos hechos por demás abominables.

De esta manera, en el ejercicio de la política cotidiana y de la función pública el discurso “revolucionario” exalta los valores y principios éticos y morales universales, pero en su vida subterránea y en la oscuridad de la noche, los actos delictuales de enriquecimiento ilícito y el gran negocio de las drogas dejan boquiabierto a gobiernos, organismos internacionales y a inmensos grupos poblacionales del mundo entero. Peor aún: esa bipolaridad conductual (ética-antiética) se cometen sorprendentes crímenes socio-culturales al dejar a millones y millones de excluidos sociales (que creyeron a ciegas en ellos) en la más espantosa orfandad, desesperanzados y de no creer en nada, ni en nadie. O en la vida material: sometidos (los pobres) a las más brutales de las injusticias sociales al carecer de alimentos y medicinas para la vida. O haciendo colas interminables, de horas y horas, para apenas acceder a un mendrugo de pan, en aras de la sobrevivencia humana.

En Venezuela los amos del poder despótico, amparados en ese arsenal fastidioso ideo-politiquero con mezcla de maquiavelismo pusilánime, están mostrando al desnudo su absoluta decadencia, a tal punto que ya Maduro él de Miraflores, mantiene en su haber más del 80% de rechazo de la población y su modelo socio-político acaba de recibir la más estruendosa derrota el pasado 6D. Se resisten al cambio, pero todo el que va morir (dice un viejo dicho) patalea. El cambio propuesto debe ser profundo para que sea auténtico. Y si no se acompaña de valores éticos y principios universales sería más de lo mismo.

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