martes, 2 de febrero de 2016

¡NI AGUA, NI VIDA…¿Y EL CAMBIO?

El sufrimiento humano que están padeciendo los venezolanos alcanza niveles infernales, porque ya sobrepasamos las fronteras de lo tolerable en parangón a cualquier país del mundo, casi cercano a las tragedias de guerras como en Afganistán, Irak y Siria. Las graves condiciones materiales de vida y el quebrantamiento de la paz social, psicológica y espiritual en el seno de la población nacional mantienen preocupado a los más importantes organismos internacionales, gobiernos y a la opinión pública mundial. A la grave escasez de alimentos y medicinas, inseguridad desbordada y economía quebrada, se le suma el colapso de los servicios de agua para el consumo humano y del sistema eléctrico nacional… ¡ni agua pues para la vida! El paradigma dominante de la tiranía chavo-madurista se encargó de hacer de la vida de todos un auténtico desastre, una verdadera tragedia humana.

La sequía y el fenómeno del niño son las excusas de los amos del poder en Venezuela, para intentar argumentar la debacle por la ausencia de agua para la vida en represas y embalses, que luego ésta es distribuida por los tubos y grifos para cada hogar de la ancha geografía nacional y, satisfacer con ello necesidades vitales para el consumo humano, higiene personal, lavado de ropa y otros quehaceres domésticos asociados. Amén del uso de esta líquido primordial para el desarrollo industrial, actividades agropecuarias, comerciales y del área de los servicios. No obstante, durante estos 17 años de la gestión del desgobierno rojo rojito ha habido descuido, negligencia, fallas, derroche y corrupción en relación al buen funcionamiento de los sistemas convencionales de suministros de agua, que agregados a los fenómenos naturales antes mencionados, nos han colocado en las llamas del propio infierno.

Así mismo, no podemos olvidar que Venezuela es una singular potencia mundial en riqueza hídrica, con una extensa red de ríos, lagos, manantiales y riachuelos por todos lados. Pese a que, sin duda, éstos se encuentran sometidos a procesos intensos de intervenciones criminales de grupos humanos de toda laya, deforestaciones inmensas, contaminación y deterioro ambiental en las propias aguas y a su alrededor. Las cuencas de Amazonas y Guayana; los lagos de Valencia y Maracaibo, son ejemplos palpables de lo afirmado y del perfil irresponsable de los que desgobiernan en Miraflores. Amén del desmantelamiento progresivo de los sistemas hidroeléctricos, la desinversión en mantenimiento y tecnología moderna, la criminal ineptitud y corruptelas “oficialistas” por doquier.

Por lo dicho y reflexiones respectivas, no podemos esperar o atajar por mucho tiempo el proceso de cambio integral exigido mayoritariamente por los venezolanos. El daño ocasionado a la República como un todo, es muy profundo y no tiene antecedentes históricos. No sólo estamos muriéndonos de hambre por falta de alimentos y medicinas o, por las balas asesinas de los delincuentes; sino también por la amenaza real de la falta de agua para la vida. No podemos permanecer ciegos, sordos, mudos o de brazos cruzados ante esta cruel realidad. Porque como afirma John Berger: “quien mira por encima o quien cierra los ojos es, como mínimo, cómplice de lo que sucede”. ¿Qué opina usted? ¡Yo, en lo particular, prefiero seguir siendo irreverente!



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