lunes, 29 de febrero de 2016

UN PAÍS PARALIZADO: ¿SUPERARÁ CRISIS INFERNAL?

Ni casi 60 años de fracaso en fracaso del modelo totalitario de la rimbombante “revolución cubana” le ha servido al mandadero de los Castro en Miraflores, para darse cuenta que están poniendo la plasta, con la aplicación de la copia al carbón de ese mismo modelo "castrista" en toda la geografía venezolana. ¿Qué podemos esperar, entonces, los nacionales con esa estirpe de mediocridad para salir del abismo y tragedia socio socio-económico y socio-ético en que nos encontramos en esta etapa histórica?. Sin duda, la respuesta colectiva es nada, porque se perdió hasta el más mínimo ápice de credibilidad y confianza en el modelo dominante castro-chavo-madurista y, sobre todo de cada uno de los integrantes de la casta cívico-militar que lo lidera. Hoy la parálisis del país es total, porque nada funciona y porque todo está en ruina. Sólo la voluntad de cambio de la mayoría de los venezolanos mantiene la esperanza de futuro, con la derrota posible de la tiranía roja (recordar resultados de las elecciones parlamentarias del 6D y la presión social de calle de todos los días).

En esta República que todavía conserva la luz de la libertad, una mezcla de vicisitudes, al símil de las siete plagas de Egipto, se han encargado de azotar sin misericordia a los ciudadanos de todas las clases sociales, pero en especial a los que menos tienen, que están obligados (por sobrevivencia humana) a permanecer más de 18 horas en una cola (ya están amaneciendo a las puertas de centros comerciales públicos y privados)) para tratar de adquirir los productos básicos para la vida. Es decir, sí una gran porción de estos ciudadanos laboran en cualquier organismo o institución, no pueden cumplir con sus responsabilidades laborales. Amén de que, por medida de este desgobierno de Maduro, se redujo el horario de trabajo a cuatro horas diarias, en razón de la crisis del Sistema Eléctrico Nacional y el obligatorio racionamiento del uso de la energía eléctrica para todas las instituciones públicas y privadas.

A lo anterior se le añade algo sumamente grave: la parálisis de una gama de empresas públicas y privadas ante la carencia de materia prima e insumos de importaciones para cumplir metas de producción o satisfacer necesidades nacionales (harina pan, aceite, atún y sardinas; medicinas; hierro, acero, papel, productos de la petroquímica e higiene personal… y un largo etcétera). Amén de las miles y miles de industrias y comercios paralizados por medidas de expropiación gubernamental o de retaliación tributaria. Sólo basta echar un vistazo por las zonas industriales y comerciales del país, para corroborar el estado de ruina y desolación del parque industrial y comercial de Venezuela. Aparte de generar carestía y altos precios por esa tragedia económica, se multiplica con creces las tasas de desempleo, pobreza y miseria nacional. Verbigracia la depresión y una honda recesión económica ya están sembradas en el corazón de la República.

Mientras lo anterior ocurre con pasmosa desidia, la mediocre casta gerencial de la tiranía, se expresa en anuncios y más anuncios mediáticos (blablablá Presidencial) en la toma de medidas ridículas (para salir de la crisis) de “proyectos” de huertos familiares urbanos y siembra de peces, lo cual convierte al país (¿”Gran Potencia”?) en el hazmerreír del mundo.
Está tiranía castro-chavo-madurista nos ha conducido al caos, ruina, desastre y humillaciones sin límites, pero por encima de todo eso uno siente que se levanta un pueblo heroico, que conserva ese espíritu indomable de rebeldía libertaria, que más temprano que tarde, sabrá colocar cada cosa en su lugar, comenzando por derrotar políticamente a esta casta de verdugos de la democracia, superación, progreso y bienestar.

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