miércoles, 25 de marzo de 2015

“PATRIOTERISMO FASCISTOIDE” AMENAZANTE Y CRIMINAL

A nombre de la “Patria”, el “ultranacionalismo” fanático, el “antiimperiallsmo” enfermizo y de un imaginario “pueblo” que dicen defender, la historia universal registra muchísimos actos criminales y genocidas contra millones de seres humanos indefensos, cuyo único delito fue pensar diferente o por sospecha de hacerlo, como en la otrora época medieval contra los herejes -en las hogueras públicas- adónde los representantes del Estado totalitario impusieron su monstruosa forma de ejecutar la cacareada y rimbombante “justicia popular”. Por eso, al símil de lo dicho, han vociferado con señales claras de practicar el fanatismo “ideopolítico”, los representantes del desgobierno “castro-chavo-madurista” contra líderes disidentes, luchadores sociales o simplemente críticos al régimen: “arrancaremos el mal de raíz” lo repite y repite el huésped de Miraflores, cuando promueve su faena represiva y amenazante en el seno de la sociedad venezolana, especialmente en sectores de la clase media, estratos políticos opositores y de los empobrecidos “condenados de la tierra” ¡Fascismo puro, pues!

Atrás quedaban, por supuesto, las hermosas y auténticas banderas de justicia, igualdad y libertarias de Bolívar, Miranda, Sucre y el mismo Zamora. Y al cesto de la basura, se echaban los conceptos de la participación popular protagónica, de la construcción del poder desde abajo, mediante un saludable proceso de incorporación voluntaria, consciente y democrática de los miembros de la sociedad venezolana. Con el “cuento chino” de la amenaza permanente del “imperialismo gringo”, sobre lo establecido en la Constitución Nacional en relación a la participación ciudadana en forma democrática; se abrió la compuerta contradictoria, de la incorporación impositiva del Estado totalitario (modelo Castro-cubano) como sujeto histórico del proceso de construcción del dizque “Socialismo del Siglo XXI”. Pero, más aún, esa patada histórica del cambio de rumbo, la proporcionó el fallecido truchimán “Comandante Supremo”, a través de su pública conchupancia con los hermanos Castro, al asumir la decisión de la integración compulsiva de la “casta militar” como supuesto “agente de cambio” (sustituyendo al “proletariado” en la “vanguardia” del referido proceso). Está nueva e impuesta estrategia determinó una nueva relación de poder, sin el sello ideopolítico primario, sino, ahora, con el dominio absoluto de los militares, con ese andamiaje de supremacía en todo el aparato del Estado y del ejercicio permanente de la doctrina militar pretoriana, represiva, fascistoide y “goriloide”.

Con la añadidura del “antiimperialismo”, la élite militar, ahora con el apoyo de la “concepción doctrinaria” del “garrote vil”, deja asomar que se mantendrá en el poder cueste lo que cueste (la violación descarada de los derechos humanos, corruptelas desatadas y el “firmazo” ajuro contra Obama, son sólo una muestra) De ahí que hoy, galope el desastre socioeconómico y la falta de cánones éticos para el ejercicio del poder en Venezuela. 16 años han pasado y la crisis y ruina nacional se pierde en el infinito de lo que no se debe hacer en materia económica, social, política, ambiental, soberanía y ética. ¡Los ciudadanos nacionales civiles tenemos la palabra!



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