jueves, 31 de marzo de 2011

¿MANDE USTED MI COMANDANTE...?

Al parecer la idea de la Escuela democrática y participativa se quedó en los polvorientos caminos de los sueños del ayer. Se trataba de la escuela beligerante, crítica, creativa, transformadora y revolucionaria que, sustituiría a la vieja escuela escolástica, acrítica, conservadora y defensora del sistema en todas sus dimensiones. Con la prédica de la “revolución” y del “Socialismo del Siglo XXI -dirían en coro los partidarios del supuesto romanticismo épico del Che y Fidel- se generaría otro amanecer para los procesos de cambios cualitativos en el país, a lo cual le sumaríamos el contenido anti-sistema de la retórica de los “Aló Presidente¨” y las cadenas nacionales casi a diario.

Pero “todo se derrumbó” como dice las letras de una canción popular. Y los sueños como lo afirma un poeta legendario; sueños son. El Paulo Friere de la educación liberadora, dialógica y democrática se le echó a un lado y; se prefiere –ahora- la imposición vertical, autocrática y militarista de un proceso de formación en los niños y adolescentes que huela a cuartel, a las jerarquías de obediencia incondicional. Cuyo corolario de propósitos estaría en el “Mande usted mi comandante”. Ese pues es el objetivo subyacente de que la Milicia participe en el Plan Integral de Educación Militar. No sería, por supuesto, formar ciudadanos para la paz, la convivencia y el desarrollo integral de la nación; sino para la guerra, el conflicto y la confrontación.

La pretensión es la clásica formación a futuro de una especie de “milicias pretorianas”, para rendirle culto y obediencia al caudillo de Miraflores. Y lograr que éste se aferre al poder, con el cuento repetido históricamente por otros autócratas, de la “defensa a ultranza de los supremos intereses de la patria ante hipotéticas amenazas extranjeras e imperiales”. Con este paradigma político-militarista Gadafi ha gobernado a Libia por espacio de 42 años; Fidel 52 años a Cuba y Mubarak a Egipto por más de 30 años; con un ejercicio omnímodo del poder, sin el equilibrio de otros poderes, prensa totalmente libre y libertades democráticas.

En concordancia con los elementos analizados anteriormente, es que este gobierno de claro perfil autocrático, introduce la Reforma a la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, para articular de una manera definitiva a las Milicias, como un cuerpo vital en el proceso de formación educativa formal de los ciudadanos, en el ámbito de la nueva estructura del componente militar del país; a sabiendas de que éstas son formadas con el peso específico de la “ideologización” y el “clientelismo partidista”. Es decir, las Fuerzas Armadas quedarían absolutamente desdibujadas como componentes profesionales, democráticas y apegadas a los mandatos constitucionales.

Con la pretensión de la élite actual de poder en Venezuela de imponer esta Reforma en el seno de las Fuerzas Armadas y la ciudadanía en general, no hay lugar para el descanso; la denuncia, la movilización y la lucha siguen ocupando todos los espacios del quehacer democrático en contra de este modelo autocrático generador de caos, injusticias y desesperanza.

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