sábado, 2 de abril de 2011

PODER DEL ESTADO CENTRALISTA CONTRA LOS CIUDADANOS

La utopía “revolucionaria” y “socialista” de los teóricos marxistas de crear un nuevo modelo de estado y sociedad; ha quedado reducido a las cenizas de la Libia de Gadafi, la Cuba de Fidel y a la Venezuela de Chávez. Porque China y Vietnam, por ejemplo, desde hace tiempo andan abrazados al llamado modelo socio-político del “socialismo de mercado¨ (mitad socialista, mitad capitalista).

Cada paradigma, con cada una de sus particularidades y explicaciones acomodaticias del por qué han echado a un lado al proletariado, campesinado, indígenas y a los demás excluidos de siempre; lo que ha permitido es la prevalencia de una élite autocrática, “pequeña burguesa”, privilegiada, burocratizada, corrupta e inepta; bajo una dirección política unipersonal, absolutista y caprichosa de un caudillo “militarista”, con varios años en el ejercicio del poder central del Estado.

Las consignas comunes de revoluciones “populares, democráticas y antiimperialistas” quedaron para la retórica de los discursos de ocasión, porque su praxis política refleja todo lo contrario. Y es imposible que puedan esconderse a estas alturas, los fracasos estruendosos en materia económica, social, democracia directa y participativa; derechos humanos, libertades públicas, moral y ética. Amén de la pobreza estructural que, como látigo en los rostros, deja al desnudo las desigualdades sociales, injusticias, carencias y graves entuertos en las condiciones materiales y calidad de vida de los ciudadanos que habitan en esos países.

La participación social, en el caso de Venezuela, se restringió a la presencia impositiva de grupos de la población a los actos oficiales o para la alabanza obligatoria al autócrata que ejerce el poder absoluto y; los ciudadanos no tienen una real participación en la toma de decisiones y control de la gestión pública.
Así en el ámbito socio-económico, en la fase de transición hacia el supuesto modelo “socialista”, donde a las mayorías se le ofrece “seguridad alimentaria”; en los mercados, abastos y supermercados lo que reina es la escasez de productos básicos, altos precios, la especulación y la anomia. Verbigracia las serias limitaciones en cantidad y calidad de aquellos productos que se logran conseguir.

Con las políticas de intervenciones estatales, expropiaciones y nacionalizaciones para supuestamente poner a la economía y seguridad social al servicio de las mayorías; los efectos han sido inversos, por ejemplo, en las industrias básicas de Guayana, empresas y fincas productivas; lo que campea son los despidos, la improductividad, la corrupción, el despilfarro y la desesperanza de mejoras en las condiciones de vida de las mayorías nacionales, clase media y trabajadores.

No obstante, las expresiones de protesta social que hemos observado en toda la geografía nacional, son las respuestas rebeldes, pero conscientes y voluntarias de los excluidos (trabajadores, estudiantes y comunidades) de no permitir que le sigan pisoteando sus derechos ciudadanos. Un nuevo amanecer se vislumbra en el horizonte, donde por cierto el estado todopoderoso, con su élite incondicional y caudillo; por la fuerza de la razón y derechos constitucionales, se verán obligados a ceder el espacio a un proceso inédito de mayor democracia, participación, justicia, igualdad, libertades públicas, economía productiva y ética.

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