lunes, 4 de abril de 2011

DERROCHE, CORRUPCIÓN Y DERECHOS CIUDADANOS

Quien haya tenido la oportunidad de viajar a otros países, especialmente de América Latina, se habrá podido dar cuenta de que el Estado venezolano proyecta la imagen de ser un ente derrochador con los petrodólares provenientes del “oro negó”. Así fue en la IV República y, ahora en la V República esa conducta supera los límites de cualquier racionalidad administrativa. De esta forma, al benemérito actual de Miraflores lo llaman “Don Regalón”, porque con las chequeras en el bolsillo, al símil de los “príncipes de los cuentos de hadas”, reparte dólares y más dólares a cuanto proyecto socio-económico necesario o no, se le atraviese por el camino.

De esta manera en el ayer, Carlos Andrés Pérez, el entonces Presidente de Venezuela, regaló un barco a Bolivia, aún cuando ese país hermano carecía y carece de salida al mar; pero se trataba de apuntalar el liderazgo internacional del “hombre que camina”, como rezaba su principal consigna populista. Hoy el Esteban de Barinas, con un perfil genuinamente autocrático y unas ansias desproporcionadas de ocupar un sitial en la historia universal regala de todo; a tal punto que hasta la réplica de la espada sagrada del Libertador Simón Bolívar, le obsequió al déspota y genocida Gadafi. Amén de que acaba de donar 10 millones de dólares a un Hospital Universitario de Uruguay y 250 millones de dólares a Chile por ayuda humanitaria. O aquello de continuar concediéndole combustible, a precio barato, a los “pobres” de la primera potencia del mundo, los EEUU. ¡Derroche y más derroche pareciera ser la consigna en estos 12 años de ejercicio en el poder!

Así mismo, la madeja de la corrupción en el país sigue sin cesar tejiendo escándalos tras escándalos, donde funcionarios de alto nivel en el seno del Estado, en estrecha alianza con sectores privados “rojitos” que se les denomina “boliburgueses”; han amasado grandes fortunas, a través de la ejecución de grandes negocios en materia de seguridad alimentaria, petróleo y derivados; bancos y servicios públicos; entre otros (alimentos podridos de Pdval, Fondo de pensiones de jubilados y pensionados de Pdvsa).

De sumar las cifras de lo que ha perdido la nación por las conductas derrochadoras y corruptas de la élite que ejerce el poder; ya estuviésemos hace tiempo coronándonos de éxito en el cumplimiento de las metas del milenio para reducir la pobreza, establecidas por la ONU. O los estudiantes y profesores de las universidades venezolanas; trabajadores de las industrias básicas de Guayana, petroleros y salud; no estuviesen que recurrir a la huelga de hambre o coserse la boca para conquistar reivindicaciones socio-económicas o para exigir respeto a derechos consagrados en la Constitución Nacional y leyes de la república.

Es decir, al estilo “bizarro”, el gobierno actual dizque “socialista” y “revolucionario”, se muestra muy dado a las conductas del despilfarro y la corrupción; pero soberbio, prepotente y pichirre para con el pueblo y los trabajadores. La lucha, sin tregua, por un mejor país luce indetenible y con un gran futuro promisorio de bienestar en democracia.

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