viernes, 29 de abril de 2011

CAMPAÑA ELECTORERA ABUSIVA CON LOS DINEROS PÚBLICOS

Los actores políticos de la IV República se quedaron como niños de pecho ante la élite protagónica de la V República y; cuidado si no se rompe el record Guinness ante el descaro y cinismo sin límites en el uso abusivo de los recursos públicos de este país en campañas electoreras, en comparación con otros países de América Latina y del mundo.

Y no trata de criticar por criticar; sino de de que con esta conducta inapropiada de la élite gobernante “roja rojita”, se está irrespetando las reglas de juego de un proceso socio-político dizque democrático, donde todos los participantes se deben acoger a ciertas normas y disposiciones legales, que están establecidas en la Constitución Nacional, leyes y reglamentos electorales. No obstante, como es sabido por todos, el organismo electoral nacional, que debería ocuparse de esta materia y ejercer un control estricto, al contrario se muestra irresponsablemente e incondicionalmente sumiso a los dictámenes del autócrata de Miraflores.

De esta manera, una vez cumplida cierta fase de intervención y apropiación estatal de un sin número de medios de comunicación, especialmente de emisoras y televisoras, éstas sólo se ocupan de difundir contenidos de mensajes alusivos al proselitismo politiquero a favor del gobierno. Amén de una profusa propaganda gubernamental tarifada por aquellos medios privados que le son adversos. Es decir el ventajismo mediático raya en lo obsceno, al sumarle también los medios de comunicación que, por temor a represalias económicas y políticas, se vienen autocensurando. En cambio a los medio críticos, disidentes u opositores el gobierno, éste los acosa, persigue o chantajea con inimaginables argucias y procedimientos cuestionables.

La otra estrategia de cerco-cautivo a su base de apoyo electoral lo constituye la abultada nómina de personal en las instituciones públicas, empresas del estado, bancos, misiones sociales, cooperativas, consejos comunales, alcaldías y gobernaciones; que debe estar rondando la cifra cercana a los 3 millones de personas. Una porción de estos grupos sociales ya constituyen una población “electoral” móvil que, por imposición o terror, son los que asisten religiosamente a las marchas y actos públicos, so pena de despedirlos o regatearles sus derechos laborales. Allí está concentrado casi todo el voto duro del chavismo “obligado”. Pero, como es obvio, esta masa “cautiva” es pagada con los reales de las finanzas públicas.

“Debajo de la almohada del caudillo” o en la “caja chica” de PDVSA se encuentran las otras cifras gigantescas de petrodólares, pertenecientes a todos los venezolanos, que son utilizadas sin ningún rubor ético, para costear ese proselitismo electorero a favor del caudillo de Barinas, a través de las “ayudas económicas”, becas, materiales de construcción, donaciones de equipos electrodomésticos, contratos para tareas puntuales; y pare usted de contar.

Pese a lo anterior, los venezolanos han sabido “torear” a quienes emplean estos asquerosos procedimientos, que desdice mucho de la cacareada moral “revolucionaria” y “socialista”; mediante las expresiones concretas de movilizaciones de calles, huelgas de hambre y distintas formas de protesta social; para defender sus derechos constitucionales, como seres humanos libres y dignos. ¡La mayoría de los venezolanos ni se compran, ni se venden!.

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