miércoles, 27 de abril de 2011

CONFLICTIVIDAD LABORAL DESNUDA DISCURSO ENGAÑOSO

La masa trabajadora definitivamente despertó de los efectos de las “lumpias” que les hiciera fumar, al principio, el gran piache de Miraflores. Ya entendieron que el paraíso prometido se convirtió en el propio infierno de Dante. Y ahora reaccionan con contundencia ante las políticas y planes anti-trabajadores. Esa es la razón de la ola de conflictividad laboral que recorre al país. Ya entendieron claramente que no pueden dejarse lisonjear más por el discurso engañoso de una supuesta “revolución socialista”, que no aparece por ninguna parte y que por el contrario se ha vuelto contra ellos, su familia, la comunidad y el país en su conjunto.

La economía nacional se encuentra totalmente paralizada, sólo dependiendo del vaivén de las ventas del petróleo en el mercado mundial. Cantidades de empresas públicas y privadas han cerrado sus puertas, bien por las medidas intervencionistas, expropiaciones, carestía de insumos, equipos y tecnología; por problemas gerenciales, corrupción o simplemente por la falta de confianza para mantener inversiones en el país. Los trabajadores, por supuesto han sido los más afectados por la masificación de despidos, violación de la contratación colectiva, retraso en los pagos de salarios y demás beneficios y, la acumulación gigantesca de deudas laborales.

En ese mismo orden a los trabajadores públicos (caso emblemático: los enfermeros) se les somete a las peores humillaciones y despojos de sus derechos contractuales y de ley, como jamás en la historia de la república. Los mismos, para evitar, su extinción como seres sociales, han tenido que recurrir a recursos extremos –huelgas de hambre y hasta coserse la boca- para llamar la atención de la comunidad nacional e internacional y presionar para lograr respuestas a sus exigencias, por demás justas.

Paralelamente, la ola inflacionaria hace estragos en los menguados salarios reales de la masa laboral. La canasta alimentaria y menos la básica, ya sólo están quedando como un lejano recuerdo en aquél mar de las promesas incumplidas del Esteban de la “revolución bonita”. De esta manera en los mercados municipales, supermercados y abastos, ahora las ofertas promocionadas de precios son para aquellos productos de segunda y tercera categoría, porque la población laboral ya no tiene acceso a los productos de calidad, ni mucho menos en cantidad; a lo cual se suma la carestía de muchísimos rubros importantes de la vida familiar diaria.

El reciente anuncio presidencial de aumento pírrico del salario mínimo, a cancelar en dos partes, sólo representa una porción compensatoria del 47% para sufragar el costo total de la canasta alimentaria, que ronda por los 2500 bolívares mensuales. Amén de que se dejó por fuera al personal contratado, que son miles y miles en el ámbito nacional, al cual se le paga con remuneraciones atrasadas y por debajo del salario mínimo. En relación al supuesto “aumento” para el personal obrero y empleado calificado, tampoco se oyó a los trabajadores, negándoles los aumentos que en justicia les corresponden por años de antigüedad y estudios. Tampoco fue escuchada la propuesta de la cesta ticket para el personal jubilado y pensionado.

Los trabajadores han entendido, que ellos no pueden seguir siendo la “carne de cañón” para los gastos dispendiosos y la corrupción, que campea como arena en el desierto. Ni mucho menos para fortalecer la gestión de un gobierno “rojo-rojito” que marcha sin rumbo, pero a favor de las élites privilegiadas del Estado y la boliburguesía.

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