miércoles, 18 de mayo de 2011

CRECIMIENTO ECONÓMICO Y DEL RENTISMO PETROLERO

Sólo escuchar las exposiciones lánguidas y hasta con rostros tristes de los Ministros de la Economía del “chavecismo” para proporcionarnos las cifras de un 4.5 de crecimiento de la economía en este primer trimestre del año; quienes por el contrario, debieron mostrar alegría y entusiasmo; es una clara evidencia de que se estaba ocultando algo de fondo, lo cual por razones de la politiquería y contenido demagógico de la actual campaña electoral -iniciada con desenfreno por el caudillo de Miraflores-, no se proporcionaría explicación oficial alguna, con la verdad por delante.

Pero como todo sabe en la “villa del señor” o mejor dicho, no se requiere ser un erudito en Economía, porque cualquier ser mundano, medianamente diestro en los análisis lógicos y de la realidad socio-económica del país, se puede dar cuenta que detrás de las cifras del susodicho crecimiento estaban los aumentos considerables por concepto de las ventas de los barriles de petróleo a los países que lo demandaron, especialmente del odiado “imperialismo gringo”. De modo que, ese crecimiento no ha sido producto del concurso del aparato productivo nacional, de los aportes de los productores industriales y del campo, porque éstos –en su mayoría- se encuentran paralizados por varias razones: medidas de expropiaciones, intervenciones u ocupaciones dizque temporales o simplemente porque ningún inversionista, con una “pistola en la cabeza”, se va arriesgar a realizar inversiones de capitales por “amor a la nada”.

Venezuela, como es sabido por todos, todo lo importa de otros países. No estamos produciendo, ni siquiera los rubros agrícolas básicos, para abastecer al mercado nacional por lo antes dicho. Importamos a granel carnes, leche, arroz, maíz, harinas, café, legumbres, frutas; y otros productos. Y como se cuenta con el dinero de la renta petrolera, se mantiene la ilusión de un cuadro de bonanza económica, apoyados por los ingredientes de la coyuntura internacional “a nuestro favor” (la situación difícil del Medio Oriente, especialmente por los conflictos bélicos en pleno desarrollo); lo cual ha disparado los precios del petróleo en el mercado exterior. De esta manera, hasta la cacareada política de “Seguridad Alimentaria” es una quimera, dado de que cada día somos más dependientes en materia alimentaria de otras naciones.

Pero, esa política de importaciones para garantizar la ilusa “Seguridad Alimentaria”, trae consigo otros aspectos colaterales que lesionan los bolsillos de los venezolanos: la inflación. Ésta ha convertido en “sal y agua” los míseros aumentos salariales decretados recientemente por el Ejecutivo Nacional. Los precios de los productos se modifican, hacia arriba, al ritmo de los aumentos en los mercados internacionales. La inflación en Venezuela es la más alta de América Latina y una de las altas del mundo.

Tan grave es la situación socioeconómica del país, que pese a estos precios del petróleo que ronda en los 100 dólares por barril y las cifras oficiales proporcionadas de crecimiento económico, cada rincón de Venezuela parece un polvorín por las protestas sociales y laborales. Las condiciones y calidad de los venezolanos, no están en sintonía con esta bonanza de ocasión, que en todo caso la mayor parte se lo tragará la burocracia estatal, el clientelismo político-partidista rojo-rojito, la “regaladera y viajadera” presidencial, la campaña electoral del partido de gobierno, el derroche a diestra y siniestra, la corrupción y los bolsillos codiciosos de la “boliburguesía”.

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