lunes, 23 de mayo de 2011

LA JUSTICIA EN EL BANQUILLO DE LOS ACUSADOS

Es preferible que lo señalen a uno de fastidioso ante la insistencia en el tratamiento de este tema, pero peor es callar. Y si callamos los crímenes y los delitos de diferente tenor, que ocurren a cada momento en el país, sin el concurso oportuno del sistema de justicia en Venezuela; se convertirían en rutina y la gente lo asociaría a esa especie de “nueva cultura de la violencia e inseguridad”, que impera en la sociedad y por qué no en el mismo Estado.

Las cifras rojas de homicidios que raya en los 17.600 casos en el 2010 y la tasa de 48 por 100 mil habitantes en ese mismo periodo; son para pegar el grito en el cielo de que algo sumamente grave viene ocurriendo, con un proceso increíblemente acelerado de descomposición social en el país y de que, mucho peor, las políticas, medidas preventivas y las estrategias de enfrentamiento al delito requieren de serias revisiones y rectificaciones, porque no están arrojando los frutos deseados.

Los crímenes y delitos que se cometen cada día que pasa, tienen ingredientes dantescos de alevosía y monstruosidad sin límites, como jamás se había registrado en la historia de la República. Descuartizar los cuerpos de las víctimas, acribillar a un ser humano con decenas y decenas da balas; violar a niños y a damas con saña criminal o, matar por placer luego de despojar a ciudadanos de sus pertenencias; deja a años luz los contenidos de las mejores y más impactantes películas de crímenes y terror.

Lo anterior en el fondo, es el mejor mentís de qué se está combatiendo con éxito al fenómeno estructural de la pobreza en Venezuela: el cáncer, casi de metástasis, de la violencia e inseguridad prevalente en el país. Coloca de esta forma, en el debate nacional, aquellas variables que permanecen inalterables, aquellas causales que hacen posible que explosione el referido flagelo, objeto de este escrito: el deterioro de las condiciones y calidad de vida de las mayorías nacionales.

Además, surgen interrogantes obligatorias: qué está pasando en el seno familiar con los valores, principios y normas de respeto; con la calidad de la educación formal y no formal; qué pasa en los grupos de referencias e interés; cuál es la influencia de los medios de comunicación y, en específico, de los grupos de poder. Cuyo lenguaje de confrontación y de contenido agresivo, proyecta el ejemplo de que la solución de los problemas, pasa por entromparnos físicamente, desarrollar conductas violentas o con acudir al extremo del uso de los instrumentos del arte de la guerra, con los adversarios interno y fuera de las fronteras patrias. O es ocaso, cualquier cosa, que la consigna central del partido de gobierno y del caudillo de Miraflores sea: “Patria, Socialismo o Muerte”.

Así mismo, la politización de los órganos de administración de justicia que, inclina la balanza de que todo el peso de la ley sancionatoria, hacia los supuestos delitos en que han incurrido opositores y disidentes; pero blandenguería e impunidad ante sonados casos contra la cosa pública de actores del oficialismo.

En tal sentido, el sistema de justicia en Venezuela funciona con una clara conducta parcializada, que permea desde los casos más banales hasta los de mayor gravedad. Siendo la impunidad en su conjunto, la reina de todas las injusticias. Cambiar esta concepción distorsionada, es parte de los retos y desafíos de todos venezolanos. ¡Amanecerá y veremos!

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