lunes, 30 de mayo de 2011

MANIPULAR Y CONTROLAR CONDUCTAS PARA LA DOMINACIÓN

Toda sociedad posee distintos mecanismos para el control de las conductas de los ciudadanos, en aras de evitar la desviación de éstas y que se generen situaciones de anomia o caos social. Para eso están las leyes y normas que se establecen, cuyas violaciones acarrean medidas sancionatorias. No obstante, cuando es el mismo Estado el que incurre en violentar lo dispuesto en materia del derecho formal, sin duda se presentan contradicciones y conflictos, muchas veces insalvables.

Este es el caso de la Venezuela de hoy, amparada por una Constitución Nacional, la suscripción de convenios y acuerdos internacionales que garantizan derechos políticos, económicos , sociales y laborales de obligatorio cumplimiento por el Estado venezolano hacia los ciudadanos pero que, en la práctica cotidiana no se cumplen, o más bien que desde ese mismo “aparato de Estado” se estimulan a pisotearlos, a nombre de una supuesta “revolución” que se estaría construyendo, con un modelo de estado y sociedad de carácter “socialista”. Incluso, más grave aún, que este paradigma –a la luz de diversos análisis- también es una farsa, porque se estaría en presencia más bien de un vulgar y salvaje Capitalismo de Estado.

El control y manipulación de las conductas de los ciudadanos rompe con las barreras de lo convencional, porque los mecanismos y procedimientos empleados son asociados a épocas históricas universales cuestionadas, por ejemplo, al fascismo alemán que, guardando las distancias en la aplicación de métodos de terror y actos genocidas, ofrece el caso venezolano una serie de indicadores muy preocupantes: la inaceptable concentración del poder político, económico, institucional, militar y mediático en la persona del caudillo de Miraflores; la oleada de expropiaciones e intervenciones de empresas, fincas, terrenos, comercios, conjuntos urbanísticos residenciales; el ejercicio de una ideología, un pensamiento único, excluyente de otras formas de pensar y opinar. El control de una aparataje mediático sin precedentes, a través de intervenciones de televisoras y emisoras, la imposición de mecanismos de autocensura, una publicidad profusa en medios privados y públicos; las alocuciones presidenciales obligatorias casi todos los días y por horas interminables. O las formas compulsivas de controlar y chantajear a los trabajadores públicos para que se identifiquen con el partido de gobierno, son pena de excluirlos de las nóminas del Estado.

La aplicación de formas de manipulación, como las ofertas engañosas de construcción masivas de viviendas, a cambio del apoyo al caudillo en las elecciones de 2012. La adopción de esquemas para la dominación de los ciudadanos, con la concesión de regalos y dádivas, a cambio de mantener en el poder al autócrata y sus incondicionales. Es decir, estamos en presencia de la utilización descarada de los recursos del rentismo petrolero, propiedad de todos los venezolanos, para el fortalecimiento del paternalismo de estado y el clientelismo partidista, como jamás se ha había visto en la historia de la república. La quiebra ética del régimen ya resulta una grosería. Verbigracia las conductas entreguistas a distintos países (Rusia China y Cuba); incluyendo a EEUU en materia petrolera e identificación con la denominada Doctrina Monroe, como lo denuncia Heinz Dieterich.

De esta manera con ese “sancocho ideo-político”, se ha conformado un híbrido que haría palidecer a cualquier ciudadano, que mantenga la fe y la esperanza en un país independiente y soberano, de amplio bienestar integral, especialmente para las mayorías nacionales, en un ambiente democrático y en libertad.

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